Desastrosas citas noveladas: cita a ciegas

Era su primer amor en la red. Hasta entonces había estado tonteando con toda chica que se le pusiera a tiro, pero con escaso éxito, apenas pasaba de la típica conversación banal propia de una barra de discoteca. Como diría un psicólogo, sus habilidades sociales estaban atrofiadas, oxidadas por el poco uso que le había dado hasta entonces. Pero, cuando había estado a punto de tirar la toalla y dedicarse a usar Internet simplemente como una fuente inagotable de ocio gratuito, apareció ella.

Nunca creyó que pudiera existir alguien tan parecido a él, con sus mismos problemas, con sus mismos sueños... Durante varios meses se estuvieron conociendo mejor (de una forma no sexual). Pese a vivir en ciudades vecinas, no se habían decidido a quedar nunca. Más por la timidez de ella que por falta de interés. Él insistió mucho en verla. En esos tiempos, las cámaras digitales aún estaban en la mente de algún ingeniero japones y las webcam eran coto exclusivo de la gente adinerada y/o algo estrafalaria, por lo que lo único que tenían era una vaga descripción física del otro, jamás se habían visto.

Por fin, tras infinitas proposiciones, Isolda accedió a una cita matutina en un céntrico centro comercial. El gran día, Tristán se puso sus mejores galas. Aunque era su primera cita con alguien conocido a través de Internet, no estaba significativamente nervioso. La alegría y la perspectiva de tocar a una chica, le embargaban; estaba en éxtasis. Incluso cedió su asiento en el tren a una señora mayor cuando esta se lo pidió.

Lo tenia todo pensado, primero irían a tomar algo y luego al cine. En cuanto llegó al punto de encuentro acordado, su corazón le dio un vuelco; una chica preciosa estaba de pie esperando a alguien entre el gentío. Y fue entonces cuando todos los nervios que deberían haberle azuzado antes, acudieron a él de golpe. Sus piernas empezaron a temblar como si fueran de gelatina y su frente se perló de gotas de sudor frío. Con una fuerza de voluntad que desconocía que tuviera, se dirigió con aplomo a la presunta chica; pero cuanto más se acercaba, más se daba cuenta de que no era ella.

Pasó de largo con una sonrisa estúpida y decidió dar una vuelta por el centro para templar los nervios. En pocos minutos, sus pasos le llevaron de vuelta al punto de partida, la chica guapa había desaparecido, pero en su lugar había aparecido otra, de espaldas a él.

No le dio tiempo a pensar que pudiera tratarse de Isolda, cuando la chica se dio la vuelta y dijo:

- Eres Tristán ¿verdad?. Era ella.

Desde la primera conversación que habían tenido, ella siempre le había comentado que era poco agraciada, Tristán había pensado que no era más que una muestra de modestia por su parte. Quien iba a pensar que estuviera diciendo la verdad....

Tristán estaba en estado de shock. Su mente se había quedado en blanco y no podía articular palabra. Por desgracia Isolda se encontraba en el mismo estado. Tan iguales eran. Una chispa de vida prendió en su cerebro, le propuso a Isolda ir a tomar un aperitivo, pero al ir a echar mano del bolsillo, comprobó aterrado que se había dejado gran parte del dinero en casa. Tenia para el cine y quizá un paquete de palomitas pequeño.

Por fortuna no todo podía salir mal, e Isolda mostró su negativa a beber y/o comer (había desayunado tarde). Fueron a pasear a un parque anexo al centro comercial, mientras esperaban a que empezara la sesión matinal. Allí pasaron tensos minutos en un sepulcral mutismo, puesto que ninguno sabia muy bien que decir al otro. El silencio era tan denso, que se creó un campo de fuerza que anulaba cualquier ruido en kilómetros a la redonda.

Llegó la hora al fin, y tocaba elegir película, tarea que recayó sobre Isolda, porque caballerosamente Tristán así se lo había pedido. Tenia dos opciones: "Vainilla Sky" o "El señor de los anillos". Cuando Isolda despreció la película de Peter Jackson, supo que jamas volvería a llamarla. Entraron en la sala, acompañados de un tipo calvo y con algo de sobrepeso. Ellos eran los únicos espectadores. En otras circunstancias, se hubiera alegrado de ello, y se le hubiera hecho la boca agua pensando en qué podría hacer con su pareja, pero en lugar de eso, concentro todos sus esfuerzos en ver a Tom Cruise cambiándose de mascara cada dos por tres. Cosa que al menos le sirvió para comprender la película.

Cuando se encendieron las luces, estaba como ido. Sin reparar en su acompañante, salió a toda prisa de la sala, que por momentos le parecía se hacia más pequeña, no sin antes comentar la película con el tipo calvo, que se había sentado cerca de ellos, esperando ver una sesión porno en directo. Iniciaron así, una gran amistad, que terminó en cuanto salieron a la calle.

Y alli llegaron. Y los caminos de la chica, del chico y del calvo se separaron para no encontrarse jamás. Antes, Tristán e Isolda prometieron que se llamarian, cosa que los dos sabian no era verdad.

Tristán continuó saliendo con chicas con el mismo resultado por lo que decidió retirarse a una isla desierta, donde actualmente enseña a los nativos como ligar con estilo. Isolda ingresó en la orden de las carmelitas descalzas como penitencia y jura que no volverá a acercarse a un hombre. Del calvo, no se ha vuelto a saber nada.

Compartir:
spacer

2 comentarios:

  1. Se daria con la tapa del ataud y luego se iria a invadir Polonia. Espero que no se molestara, con 4 juicios por plagio tengo suficiente :)

    ResponderEliminar