Un dia cualquiera de primavera

El frio invierno llegó a su fin. Este año parece que ha sido más corto, o eso o las chicas ya no renuncian a su insinuante vestuario por mucho frio que haga (método que utilizo yo para diferenciar entre las estaciones del año). El caso es que ya es primavera, y no solo lo dice el corte ingles, sino tambien ese hombre que sale despues de los deportes señalando un mapa.
Y así me desperte una mañana. Tras dias de depresivas nubes, el sol brillaba con fuerza entre los inmensos edificios que, en un claro atentado contra la estética, se alzaban entre innumerables casitas de no más de tres plantas.
Despues de acordarme de la concejala de urbanismo, de las promotoras inmobiliarias y de Florentino Perez, inicie mi caminata diaria hacia la biblioteca (que por cierto tiene una nueva bibliotecaria pelirroja y con gafas, el sueño de todo hombre. Pero bueno ese es otro tema).
Tras cruzarme con varias alumnas de un instituto sueco y esquivar tres farolas de puro milagro, pensé que el día no podia haber empezado mejor, pero como siempre, me equivocaba.
Apenas quedaban unos centenares de metros para llegar a mi destino, cuando a lo lejos, divise a una rubia impresionante peinada con dos coletas. Por algún motivo me decidi a entrarle, pero a medida que me acercaba, un resquemor iba creciendo en mi interior, solo faltaban 10 metros para preguntarle por la hora (anticuado pero funciona) cuando él se dio la vuelta....
Abochornado me fui directo a los servicios dispuesto a lavarme los ojos con lejia, preguntandome que motivos llevan a un hombre a hacerse dos coletas. Aún hoy no se la respuesta.
Antes de dejar el baño, me arregle lo mejor posible y practique mi mejor sonrisa. Seguro de mi mismo, abri la puerta de la biblioteca esperando encontrar tras ella a la pelirroja encargada pero... de nuevo estaba él. No el tipo de las coletas, sino el mismo bibliotecario de siempre. Rapidamente borre la sonrisa de mi rostro no fuera a pensar cosas raras, ya que los hombres jamas se sonrien a menos que esten ligando (no me pregunteis la razón porque seria muy largo de explicar).
Frustrado, me sumergi en mis quehaceres: leer el periodico y hacer como que estudio mientras contemplo alelado el concentrado rostro de alguna chica guapa.
Y asi pasaron las horas, hasta que llego el momento de irme. Momento en el cual, como planeado por el gran bromista que domina el universo, aparecio la bibliotecaria de mis sueños (bueno una de ellas). Tanta impresión me causo, que cuando ya habia recorrido la mitad del camino de vuelta, me percaté de que por error habia introducido en mi mochila una enciclopedia que habia estado consultado antes.
Llamadme Gandhi, pero nunca devolvi una cinta sin rebobinar al videoclub, asi que me di la vuelta y volvi a la biblioteca una vez más. Pero antes de llegar, casi en el mismo punto donde horas atras me habia encontrado con ricitos de oro, vi a un jubilado con un uniforme escolar caminando de la mano de una señora mayor. En un principio pensé que los AC/DC habian venido a mi pueblo, pero el viejo en cuestión no se gastaba las melenas de Angus (o Malcom, sigo sin ser muy fan). Esa zona de la calle, fue bautizada a partir de entonces, como la parada de los monstruos, y siempre que se pase por alli se recomienda contener la respiración, a saber lo que llevara el aire.
En cuanto devolvi el libro, la pelirroja se emociono tanto ante tamaña muestra de honradez que con lagrimas en los ojos me invito a cenar... eso es lo que me hubiera gustado, lo que hice fue dejar el libro donde lo habia cogido y discretamente desapareci de la escena del crimen.
Por último, para certificar que la primavera la sangre altera, el polen vuela y se liga mejor, pude contemplar un hecho que pasara a los anales de la historia. A un repartidor se le quedo parada la furgoneta en mitad de la carretera y los conductores que iban detras suya, no solo no le insultaron, sino que se ofrecieron a ayudarle, mientras le ofrecian palabras de consuelo. El último sello se ha roto.....
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