Fue este proverbio zen el que le dio fama al actor americano David Carradine, protagonista de Kung Fu, serie que iba a destinada a ser el puente al estrellato de la estrella de las artes marciales Bruce Lee, que finalmente vio cómo un occidental calvo le arrebataba la gloria.
Como maldición, Carradine quedó encasillado para siempre en su papel de maestro de artes marciales con movimientos controlados por un cinexin, pues todas las escenas de pelea las realizaba a cámara superlenta, técnica que luego copiaría Steven Seagal, el hombre de las mil caras. Así, el resto de su carrera se vio lastrada por este hecho, lo que pronto le llevó a un semi retiro forzado; hasta que llegó ese profanador de tumbas llamado Tarantino y le aupó de nuevo al estrellato en su soporífera Kill Bill.
Hace unas horas fue hallado ahorcado en la habitación de un hotel de Tailandia, donde se disponía a rodar una película. La policía sostiene que fue un suicidio mientras que su agente se afana en achacar el fenecimiento a causas naturales, puesto que, naturalmente, si haces un nudo con una cuerda previamente colgada del techo, metes la cabeza en el lazo y saltas al vacío, te mueres.
Ahora mismo está teniendo lugar en las cocinas del restaurante celestial "Gran Muralla", un épico combate de venganza entre Carradine y Bruce Lee que hará estremecer los cimientos del cielo (o del infierno, que cara de ser una persona saludable no tenía, para qué negarlo). Que gane el mejor.
Unas ratas bien empleadas, si señor.
ResponderEliminarPor fin se cobro su venganza Uma Turman!!!
También cabe la posibilidad de que le robara la peluca a Rafaella Carrá, pero ahora que es un espíritu paso de acusarlo de algo que luego se me presenta por la noche con Walt Disney que anda mosca desde la última entrevista :P
ResponderEliminar