Creo que quienes echan pestes del lunes, lo hacen motivados por la reacción instintiva del rebaño, sin haber pensado fríamente la cuestión. Siendo ya lunes, el tiempo juega a tu favor. Si, los lunes son malos pero tienen algo bueno, se van terminando a medida que la manecilla del reloj continúa con su caminar inexorable. Sin embargo el domingo... ay el domingo... antesala de la vuelta a la rutina semanal, a los atascos, la bronca del jefe, los madrugones, las aburridas clases o las colas interminables frente a las oficinas del Inem.
Los domingos por la tarde los creó Dios para castigarnos por nuestros pecados. Lo hizo cuando todavía no existíamos, de forma preventiva porque Él lo sabe todo y ya antes de modelarnos de un trozo de arcilla con forma de simio, sabía que nos comportaríamos como hijos de una hiena. Y es que no hay nada peor que las horas previas de espera a un hecho no deseado. No se puede disfrutar ese tiempo porque la congoja se acerca irremediablemente a nosotros, mientras somos empujados hacia ella por los recuerdos del sábado noche (mejor momento de la semana según un prestigioso estudio de alguien)
Para no deprimirme mucho, decidí recordar viejos tiempos echando mano de un éxito veraniego de principios de los 90:
Independence Day, la obra culmen de Roland Emmerich hasta que pergueñó 2012. Como quiera que es un film que he visto en infinidad de ocasiones, decidí darle un nuevo enfoque al visionado, buscando un mensaje más profundo que el de "típica americanada fascistoide y absurda en la que meten un virus en un ordenador extraterrestre" con el que todo el mundo se quedó, pese a que es harto conocido que C es el lenguaje universal. Y vaya que si lo encontré.
Hay que tener en cuenta que los distintos protagonistas representan distintos estamentos de nuestra sociedad: Bill Pullman, presidente de los USA representa el poder político (obviamente), la ciencia tiene en Jeff Goldblum su máximo exponente y el ejército cuenta con Will Smith entre sus filas. Los ciudadanos de a pie están a su vez representados por los familiares de los mencionados personajes. Emmerich no deja títere con cabeza.
El presidente la caga una y otra vez. Incluso en la batalla final es incapaz de detener la nave nodriza que amenaza la existencia del último reducto de democracia que queda en el país, teniendo que sacarle las castañas del fuego un miembro de esa generación que fue repudiada por los suyos, por haber sido enviado a luchar a una guerra que nadie entendió. El caso es que nadie sabe cómo después de no haber hecho absolutamente nada útil en todo el metraje, termina siendo vitoreado por esa masa perpetuamente acrítica que es el pueblo, que es el que ha hecho gran parte del trabajo sucio.
La relación de los políticos con la ciencia también se ve reflejada en la escena en que Bill Pullman reta a Golblum con la frase: "A ver si eres lo inteligente que todos esperamos que seas".... Gracias a su indecisión millones de vidas se han perdido y ahora tiene los santos cojones de vacilar al tío que le ha salvado el culo en el ultimo momento. Solo un político podía comportarse así. Exigir a los demás un esfuerzo mayor para solucionar un problema mientras ellos no hacen nada, para luego llevarse todo el mérito.
El científico no sale bien parado tampoco, como en la estúpida pataleta ecologista que se pilla cuando tiran una bomba nuclear de nada, después de mas de 6000 explosiones controladas durante las últimas décadas. Da igual, mientras destroza equipos al borde del llanto, se lamenta por la destrucción de la capa de ozono, la tala del Amazonas y demás consignas perroflautas que no vienen a cuento cuando tienes a unos bichos que quieren exterminar a toda la raza humana en poco mas de un día.
Por cierto, breve inciso, la capa de ozono y derivados solo afectarian al ser humano y las formas de vida que ha conocido, pero para algo está la evolución, para que la vida se abra camino una y otra vez. De ahí la estupidez del ser humano por cavarse su propia tumba. En cualquier caso nada de lo que este perroflauter con gafas grita, acabaria con la vida en la tierra, aunque queda muy comprometido.
Luego están los civiles, a los que durante la película no se les presta atención más que para ver cómo sufren, aunque como hemos dicho, al final con su esfuerzo y su sangre son los que acaban con la amenaza planetaria. No es extraño que en las guerras haya tantos carteles de propaganda para encorajinar a las masas. De ellas es el poder ciego que debe ser dirigido por la élite para ser aprovechado correctamente.
Por ultimo tenemos a los militares... basta decir que están representados por Will Smith y un puñado de payasos que no piensan por si mismos. Alguno estará diciendo: Vaya novedad. Bueno, esto no es el foro del 20 minutos. Tu opinión sobra. De todas formas hay unos cuantos que parecen normales.
Además están la apología del tabaco y del judaísmo quedándonos una película redonda con la cual entender las sociedades de finales del s XX y principios del XXI
Sin embargo el mensaje más profundo tiene como protagonistas a los veteranos del Vietnam, representados por el estereotipo de borracho con problemas psicológicos producto de las circunstancias que les tocó vivir, y que tienen ocasión de redimirse al fin en una "buena guerra". Con todo, la realidad vuelve a tomar las riendas con la estampa final en la que el poder político, los científicos y el ejercito aparecen plasmados victoriosos ante la adversidad ante una sociedad civil sumisa e indefensa (representada por la familia: mujeres, niños y un viejo) de los protagonistas, mientras los verdaderos héroes permanecen en un segundo plano, lejos del faro que ilumina los senderos de la historia.