El balón de fútbol

Concebí "Cerca de la medianoche" el relato que publiqué hace unos días, no como un mero entretenimiento de media tarde, sino como una historia que desarrollara muchos de los puntos que voy a tratar en una nueva sección: "De la guerra nuclear" Una guía amena y práctica para cuando llegue la Tercera Guerra Mundial (y así darle variedad al blog de paso)

Sólo hay una persona que acompañe al Presidente de los Estados Unidos en todos y cada uno de sus viajes sin separarse más de dos metros de él. No es su mujer, ni siquiera su amante (para los malpensados) sino un turbador oficial del ejército que porta un voluminoso maletín negro unido a su muñeca por un cable.

En nuestro relato era el Mayor de la Fuerza Aerea Graham Feldman. El nombre es inventado, pero el puesto de "tipo con el armaggedon en sus manos" no puede ocuparlo cualquiera. En tres turnos de ocho horas, se van rotando los distintos ayudantes militares del Presidente. Cada uno de ellos tiene una autorización de seguridad Yankee White, lo que significa que está preparado hasta para conocer el color de la ropa interior de Hillary Clinton (algo que no interesa ni a su marido)

Noviembre de 1962. La crisis de los misiles ha tenido un resultado favorable para la humanidad, que se ha librado de la extinción por el canto de un duro. Kennedy está preocupado. Durante la crisis ha tenido que lidiar con los jefes del Estado Mayor que no le han puesto las cosas nada fáciles, aceptando sus órdenes a regañadientes. En algún momento temió que se rebelaran contra él y lanzaran un ataque contra Cuba por su cuenta y riesgo. A los que hayan visto 13 dias les sonará. Eso tiene que cambiar. No puede ser posible que se inicie un holocausto por el ego ofendido de algún general desequilibrado. Además le preocupa que llegado el caso en que tenga que desplegar todo su poderío atómico, no pueda hacerlo porque las comunicaciones fallen.

Décadas después esta preocupación derivará en la creación de Internet, pero mientras tanto, se decide crear un nodo de comunicaciones con los centros de mando militar y una serie de protocolos que le permitan lanzar los misiles con la debida autorización y seguridad. Este nodo portable que acompañará al Presidente en todo momento, pues durante la guerra fría el riesgo de una guerra nuclear es muy alto, se guarda en un maletín, que es llamado coloquialmente: "El balón de football" (según cuentan, tras un comentario de Lyndon B. Johnson)

Su contenido es clasificado; como era de esperar. Aunque por algunas filtraciones se sabe que en el interior del maletín a prueba de balas puede encontrarse una linea segura de comunicación por satélite y diversos sumarios que ayudarán al Comandante en jefe a decidir qué acciones tomar. Entre estos se encuentra el SIOP, una lista de ataques predeterminados conocida como "el libro de juegos" (entre las cuales se encuentra una con el nombre en clave "Amanecer Rojo") creada por Jimmy Carter que se hacía un lío con el SIOP y varios planes para manejar la situación del país tras la conflagración.
No hay un botón rojo que al ser pulsado haga que se abran los silos de Iowa para que los granjeros se sorprendan con los fuegos artificiales más caros del mundo. En última instancia los que tienen el dedo ejecutor sobre el botón son las tripulaciones de los bombarderos, de los submarinos y de los silos de misiles. En Juegos de Guerra, era la duda de que uno de estos hombres no pudiera o no quisiera "girar la llave" lo que hacía que se decidiera que el control sobre las armas pasara a manos del ordenador WOPR que no tendría reparos en mandar al infierno a medio mundo, como buena precursora de Skynet.

La creación de este maletín contribuyó a hacer más seguro el mundo. Hasta entonces, los jefes del estado mayor o en general cualquier líder militar con armas atómicas bajo su mando, podían lanzar un ataque aun en el caso de que no tuviera certificación del Presidente, pues en esa época las comunicaciones eran paupérrimas y débiles ante un ataque de decapitación. Esta situación de "flexibilidad" continuó sin embargo para los submarinos nucleares, debido a su propia idiosincrasia.
En Marea Roja, vivíamos la confrontación entre el Capitán Frank Ramsey y el Teniente Ron Hunter por el control del USS Alabama, un submarino de clase Ohio. El protocolo decía que un comandante de submarino podía lanzar sus misiles por propia iniciativa si no podían contactar con el Presidente de los Estados Unidos una vez hubieran recibido la orden de armar los misiles. Hunter no quiere arriesgarse a empezar una guerra mientras el Capitán se aferra a seguir el procedimiento. Al final se impone la cordura y ninguna ciudad rusa es arrasada.

Para evitar situaciones potencialmente peligrosas se cambió el protocolo para que sólo se pueda iniciar el ataque bajo una orden expresa del Comandante en jefe. En la actualidad sólo los submarinos británicos pueden lanzar sus misiles a su cuenta y riesgo.

La contraparte rusa del balón, llamada Cheget, es más tardía, concretamente del 85. Estuvo lista para la investidura de Gorbachov. No es de extrañar tamaño retraso pues la tecnología rusa más allá de lo que pudieron exprimir de los científicos nazis, y del diseño de armas, no era nada del otro mundo. Solo hay que echar un vistazo a las máquinas recreativas, los ordenadores, el Buran (el transbordador espacial soviético) o el Glonass, rival del GPS que se ideó por cierto para guiar a los misiles balísticos intercontinentales de forma más precisa hacia sus objetivos.

En el caso ruso existían tres maletines. Uno para el Secretario General del PCUS, otro para el Ministro de Defensa y otro para el Jefe del Estado Mayor (y otro para Putin)

El protocolo de autorización de lanzamiento sería más o menos igual que el americano, dependiendo de las botellas de vodka que se haya tomado alguno de los destinados a ordenar un ataque.
Como anécdota, corre el rumor de que al final del mandato de Nixon, cuando estaba inmerso en el escándalo del Watergate, se le retiró el "privilegio" de tener cerca el maletín nuclear. No me extrañaría puesto que en otras áreas de gobierno delegó cualquier decisión en otros miembros de su gabinete, por ejemplo en Henry Kissinger en materia de política exterior.

Visto lo cual, si algún día veis por televisión como el Presidente de los USA se mete corriendo en un coche seguido de un tipo con un extraño maletín negro, bajad a vuestros bunkers y sacad las hombreras del armario.
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