Uno nunca vuelve al mismo canal mazmorra. Es una verdad que descubrí hace unos días mientras apuraba la quinta cerveza de la noche. Para empezar no me dejaron entrar. Tuve que registrar el primer nick que la incipiente borrachera había permitido elucubrar a mi cerebro.
Una vez dentro, me recordó a uno de esos club sociales victorianos, en los que los amos del mundo, con sus gruesos bigotes canos y sus habanos humeantes, agitaban sus copas de brandy frente a la chimenea mientras intercambiaban anécdotas sobre safaris en África y la gestión del imperio de ultramar.
Sí, estaban los mismos nicks que recordaba de tiempos pretéritos y menos oscuros, y ese era precisamente el problema, apenas había sabia nuev; gente con inquietudes y ganas de charla con un desconocido al filo de un nuevo amanecer.
Durante mis solitarias noches en el canal Mazmorra, hace casi una década, me encontré con muchas mujeres (o al menos decían serlo) que se conectaban al chat buscando contestación a una pregunta que rondaba sus mentes y a la que no podían encontrar respuesta en el mundo en el que vivían. ¿Soy una sumisa? tecleaban en el general. No se volvía a saber de ellas, agobiadas supongo por la caterva de salidos que asaltaban su parcela electrónica en busca de un poco de amor mal entendido. Sin embargo, las bregadas en el combate digital, solían formular la cuestión de otro modo: ¿Qué es una sumisa?
Una mujer perturbada, débil, sin voluntad, un juguete en manos de los hombres, una guarra que diría mi vecina. No hace falta que yo diga lo contrario para saber que nada de eso es cierto, sino tópicos extendidos por el desconocimiento de las motivaciones de la mujer que entrega su cuerpo y su voluntad en un acto frívolo en apariencia, pero que esconde algo más profundo que el simple goce sexual.
Por supuesto estoy generalizando, hay gente de todo tipo que se entrega por obtener placer de ello o por problemas sentimentales, mujeres que buscan mejorar la experiencia sexual que le ofrecen sus pasivos maridos, mujeres en busca de afecto, cariño o incluso las hay que buscan un buen mecenas al que vender su cuerpo a cambio de la despreocupación por la supervivencia diaria, pero no son más que la contraparte al hombre que sólo busca en la dominación el sexo sin complicaciones, el poder dar rienda suelta a sus fantasías sin temor a que su pareja le tache de vicioso.
La sumisa es una mujer que establece una relación de entrega y amor profundo hacia su amo, alcanzando con ella la realización plena de su ser. En ningún momento pierde su voluntad, pues esta es servir a su dueño. El lema del BDSM es "Sano, seguro y consensuado" por ello, la sumisa no hará nada que antes no haya hablado con su señor, encargado de explorar sus límites, para superarlos llegado el caso pero sin traspasar una "linea roja" claramente delimitada.
En la vida ordinaria una sumisa no es una mujer pusilánime que se deja mangonear por el primero que pasa. Puede ser una agresiva ejecutiva de una multinacional, ser arisca en el trato, borde... al igual que con los coleccionistas de sellos, nunca sabes detrás de quién puede esconderse una entregada sumisa. Me he encontrado con agentes inmobiliarias, maestras de primaria, empresarias, ayudantes de dirección, amas de casa... No hay un perfil que las defina.
Sin embargo, por el tipo de entrega, se pueden clasificar en las siguientes categorías:
. 24/7: o como dice el chiste "abierta las 24 horas". Es aquella sumisa que se pone a plena disposición de los deseos de su amo, permanentemente. Este tipo de relación sólo se suele dar entre parejas experimentadas que suelen vivir juntas.
. Sexuales: la que deja la iniciativa en la cama, en manos de su compañero, no por desidia, sino por el puro placer de sentirse dominada, aderezando el encuentro con prácticas BDSM como los azotes, el bondage, privación de sentidos, juegos de roles, etc. El sometimiento termina cuando la última oleada de placer abandona el cuerpo de la sumisa.
. Ocasionales: sólo ejerce su rol, en sesiones concertadas con su amo, las cuales no implican necesariamente sexo. Fuera de estas citas, lleva una vida normal.
. Especializadas: Entramos ya en el terreno de las parafilias específicas, como las pony girls o las chicas mobiliario. Suena increíble, pero no es raro encontrar mujeres dispuestas a ejercer de sillón. Aunque mejor los del Ikea. ¿Aberrante? También hay gente a la que le parece aberrante la felación o el sexo anal. Supongo que es cuestión de gustos.
Y hasta aquí este pequeño esbozo, pues como se suele decir, cada sumisa es un mundo y el AMO su descubridor. Todo lo comentado se puede aplicar también a los sumisos, por supuesto.
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