Quiso la vida que mis pasos me guiaran hace unos días, a las calles anexas a mi antiguo instituto, concretamente a una pequeña plaza circundada por bancos y sencillos parterres, que ha servido de punto de encuentro para los alumnos ociosos, desde hace décadas.
Como buenos estudiantes, cuando un profesor se ausentaba, en lugar de aprovechar el tiempo para repasar la materia en la biblioteca, salíamos a la calle. No importaba si el cielo descargaba torrentes de agua o nos achicharraban los rayos del sol.
En uno de esos bancos junto a los que caminaba, pasé muchas horas muertas, viendo la vida pasar con la insolencia de la juventud, del que piensa que tiene todo el tiempo por delante para echar a caminar.
Me fijé en los chicos que se desperdigaban por la plaza. De inmediato me llamaron la atención dos cosas, una la negritud, y no es que hubiera un exceso de chicos africanos, sino que todos ellos vestían con una amplia gama de tonos negros. Algunos, los más alocados, se atrevían con el gris. Aquello parecía una convención de góticos pero sin música de Tokyo Hotel. Quién sabe, igual ellos son conscientes de que el tiempo se acaba y se ven impotentes de tomar las riendas de su vida, mostrando su opinión sobre su oscuro futuro con sus ropas.
La segunda cosa, es que en cada grupo había una mezcla de chicos y chicas en el que no pude captar ningún ritual de apareamiento como "pedir fuego" o "invitar a dar una vuelta en moto". En mis tiempos tal cosa era imposible. Había una especie de segregación no legislada por la cual los chicos se juntaban para hablar de fútbol y las chicas hacían lo propio para criticar a los chicos por no hablar de ellas. No sé, según vi en Física y Química, los jóvenes ahora incluso hacen petting, que me suena a hacer alguna guarrada con Petit Suisses. Son nuevos tiempos supongo...
Continué mi camino dejándolos atrás, dejando mis recuerdos, cuando pensaba que tenia todo el tiempo del mundo y la vida era más sencilla.
El abuelo cebolleta
Moreno, 1.80, ojos verdosos. Discreto. Acudo a domicilio. Antes interesado en mujeres muy muy adineradas; ahora solo en mujeres de cálida sonrisa y magnética personalidad.
Jo, que recuerdos...
ResponderEliminarYo tambien me sentaba en un banco en mis clases "perdidas", ejem, y cada vez que paso ahora por alli me da mucha pena ver que ya no se comen pipas, ni se habla del fin de semana con ilusion... y que no hay ni rastro de aquella inocencia tan entrañable que nos caracterizo de adolescentes.
Ays, como hemos cambiado y tal.
(No tengo acentos en este teclado y me estoy poniendo nerviosa)
Pues si Rizos, la verdad es que es muy triste ver como hoy día se pasa de niño a gilipollas sin pasar por la adolescencia :P
ResponderEliminarSon de una generación que lo tuvo todo y de todo se ha cansado. Pero bueno la vida es un ciclo, y en unos años la situación se revertirá
Un abrazo!!
"de niño a gilipollas ", nadie lo hubiese dicho mejor. Menudas larvas hay por el patio...
ResponderEliminarsaludotes!
De niño a gilipollas sería una gran canción para que la cantara Serrat!!
ResponderEliminarUn abrazo!
jejeje, si, a duo con Julio Iglesias, ¡ya los veo en lo más alto de las listas de ventas!
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