Un joven de manos temblorosas irrumpe en la cafetería a traves de los jirones de humo que unen a los devotos en su viciosa comunión. Se acerca a la mesa y comienza a gritarle a Lucille. Sus manos tiemblan, su boca tiembla, su corazón explota... hasta que se desvanece entre el humo con los ojos llorosos, junto con sus palabras.
Camille la mira asombrada apurar el último cigarrillo.
- ¿Cómo puedes estar impertérrita?
Lucille aplasta la colilla contra el cenicero antes de abrir la pitillera en busca de su nueva víctima.
- Es el orden natural de las cosas. El odio sigue los pasos del amor.
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