Las dos de la mañana. Apuro el último cigarrillo de la cajetilla. Mi primera experiencia con el humo. Elegí un mal momento para empezar a fumar. Cuatro euros un paquete de Ducados es demasiado incluso para un masoquista confeso.
Miro por la ventana y no veo nada. La oscuridad lo rodea todo. Algún vándalo apedreó la farola y esta no dará más luz en una larga temporada. Salgo al balcón. La brisa nocturna deshace los jirones de humo que se niegan a desprenderse de mi camiseta. Si las mujeres fueran tan constantes...
Un grillo canta en un jardín cercano. En la calle de al lado, un vecino tiene el volumen de su televisor demasiado alto y a lo lejos me parece escuchar el chillido agudo de un cerdo intentando escapar de la gripe o de un desempleado con ganas de darse un homenaje gastronómico. Por lo demás, nada ni nadie perturba la plácida atmósfera del barrio. Eso me alegra. Necesito serenarme. En 24 horas se decide mi futuro y ni siquiera el chute de nicotina y el jugueteo con el cigarro ha conseguido traerme algo de tranquilidad.
Me derrumbo sobre la butaca y miro el monitor de mi PC. Noctámbulos o "Nighthawks", obra de Edward Hopper ocupa toda la pantalla. Ya conocía la obra, pero no fue hasta hace unos días que encontré una copia de tamaño aceptable que usar como wallpaper. Mirarlo es como contemplar el fondo de mi alma.
Cuatro personajes, cuatro solitarios inmersos en sus pensamientos, ajenos a los demás, pasando las horas en un restaurante nocturno en una ciudad dormida a la que no le importa sus desvelos. Cada uno con una historia que les ha llevado a ese lugar sin salida en el que aguardan un amanecer que no llegará. Un gran cuadro.
Una obra incomensurable, si señor, aunque el camarero de la imagen es el unico que no está allí por gusto; hasta en los cuadros de desvelados hay un pringado.
ResponderEliminarun abrazo!
Ya te digo. No se por qué, pero el camarero siempre me ha recordado a un hamster, teniendo que aguantar las tonterías de la gente.
ResponderEliminarUn abrazo!!!