Para desayunar, unos prefieren una taza caliente de chocolate donde mojar las porras , otros el vigorizante sabor de una café con leche y un croissant; a mí me ha dado por el Eko.
Así se lo comenté a una amiga, que se echó las manos a la cabeza ante tamaña temeridad. Bueno, pensé, para gustos los colores, pero luego otra amiga mostró su disgusto ante tan deliciosa bebida.
Escamado, decidí hacer una encuesta entre conocidos y gente que me encontraba por la calle. Aparte de un bolsazo, saqué en claro una conclusión: a nadie le gusta el Eko. Lo que se dice a nadie, nada de un error estadístico del 1%, no. No le gusta ni al que lo inventó, vamos, que invitas a un mendigo a un Eko y te lo tira a la cara.
Y ahí me surgió la segunda duda. Si a nadie le hace gracia, ¿cómo es que la empresa que lo fabrica no ha quebrado o ha retirado el producto de los estantes? (porque yo no compro tanto como para mantener la producción, al contrario que con los donettes)
¿Acaso es el Eko como el porno o Gran Hermano, algo que nadie reconoce disfrutar pero que en la intimidad de su hogar, en presencia de su comprensiva pareja que se lo consiente todo porque en la cama es un/a fiera, es consumido con profusión y deleite? ¿Poseera otras propiedades no documentadas, como afrodisiaco, o peor aún, como explosivo?
Quien sabe, pero si en la próxima redada de terroristas islámicos, aparece en la alacena un bote vacio de Eko, algunas preguntas habrán obtenido su respuesta.
PD: Eko, no me patrocina el post, pero no estaria nada mal que lo hiciera.
Yo tampoco caigo en la tentación del Eko...
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