miércoles, abril 23, 2025
Dicen que el Covid provocó neblina mental en todos los que lo sufrieron. Yo mismo, en el epicentro de la enfermedad, necesité leer cinco veces la sencillísima receta de unos canapés que iba a preparar para la cena de navidad, para lograr entender cómo poner mayonesa sobre un cuadrado de pan de molde y colocar encima una gamba pelada. Sin embargo, en cuanto derroté al virus, recuperé, creo, gran parte de mi lucidez mental. Otros no tuvieron tanta suerte y tuvieron que sufrir meses la confusión y el ralentizamiento a la hora de pensar, a otros les afectó más y continúan padeciendo esa dificultad.
Y para aquellos que pensaban que se habían librado surgió otro virus del lejano oriente dispuesto a freír sus neuronas y eliminar algunos puntos de cociente intelectual: Tik Tok. Aunque sería injusto señalarlo como único culpable y diremos que son las "apps de scroll infinito" las que han venido, cuan maquiavélico plan de las máquinas, a volvernos más estúpidos.
Sí, antes teníamos otros medios con los que ocupar de forma frívola nuestro tiempo de asueto: ver la tele, los tebeos, videojuegos, amigos, porros en el parque, el porno, deporte al aire libre... Toda una plétora de actividades inanes que nos alejaba de asuntos más trascendentes y productivos como, por ejemplo, escribir.
Y es que yo antes solía escribir a todas horas. No terminaba nada, pero lo escribía todo. Llenaba libretas y libretas de todo tipo de ideas, esquemas de tramas, bosquejos de personajes, historias que adaptar a relato o novela, posts en blogs... Y, sin embargo, desde poco antes de la pandemia, esta "necesidad" desapareció de la noche a la mañana. Se agotó la fuente de las ideas para escribir posts, por ejemplo.
Ahora que quiero retomarlo me pregunto: ¿de qué escribir? Comencé hace 21 años, que se dice pronto, hablando de mi vida, aunque fuera de forma tangencial pero, ¿a alguien le interesa mi vida ahora? ¿Lo que pienso? ¿Lo que soy? ¿A alguien le interesa conocer a otro alguien para otra cosa que no sea llevárselo a la cama? Quizá antes tampoco pero se guardaban más las formas.
Podría aumentar mi producción literaria pero tampoco veo mucho sentido lanzar al ciberespacio, término añejo donde los haya, oleadas de relatos que irán a morir a las playas del olvido cuando puedo recopilarlos todos en un bonito libro a un módico precio y al que puedo darle, además, la finalidad de decorar mi habitación de lectura.
También podría usar estos textos para exponer mis ideas, intentar plantar una semilla en la psique del otro para poder vivir más allá del propio cuerpo y la propia consciencia e implantar mi programa político.
O quizá simplemente puedo escribir por el simple placer de hacerlo, aunque abuse de las comas y encontrar faltas de ortografía se convierta en un pasatiempo.