Más allá del deber

1853. Ingleses y franceses acuden en auxilio de su aliado otomano, cuyos territorios de Moldavia y Valaquia han sido invadidos por el ejército del zar Nicolás I. Tras unas infructuosas negociaciones de paz, los aliados desembarcan en la península de Crimea, donde intentarán infligir al gigante eslavo un golpe que le haga olvidar sus ansias expansionistas.

El destino hace que el 25 de octubre del año siguiente, los contendientes se encuentren en el valle de Balaclava. Dos columnas rusas intentan atacar posiciones inglesas cerca de Sebastopol amenazando la base de suministros británica. Una de ellas se dirige al pueblo de Balaclava, pero el ataque es rechazado por los mosquetes del 93 regimiento de Highlanders.

La segunda columna rusa se topa en el valle con la brigada pesada inglesa, que carga por la pendiente ascendente de una colina, desafiando toda lógica militar y forzando así al enemigo a huir con su artilleria. Lord Raglan, al mando de la operación, ordena entonces que la brigada ligera de Lord Cardigan"impida que se lleven esos cañones". Las ordenes son malinterpretadas, pues él se refería a los que los rusos mantenían a bastante distancia de allí, no a las baterías enemigas que se despliegan al sur del valle, creando una trampa mortal hacia a la que se le conmina avanzar a Cardigan.

Cuando recibe las ordenes, discute con su cuñado que ostenta el mando de la brigada pesada y cuya misión sería cubrirles. Es un suicidio, pero las órdenes son así y no puede más que tragarse su orgullo y apelar a su honor militar para montar a caballo y reunir a sus soldados para comunicarles su oscuro destino. Muchos escupen al suelo y muestran con sus rostros tensos lo que no pueden describir sus palabras, pues pertenecen a la caballería y su lema es "Cargar o morir"

Los caballos comienzan a trotar adentrándose con presteza en el valle. Con Lord Cardigan al frente, marchan 661 jinetes, 661 hermanos de sangre, 661 mártires, que se dirigen cabalgando ya a toda velocidad, hacia la muerte que destilan las bocas de los cañones rusos, que hambrientos de carne, cercenan las vidas de los soldados ajenos al horror que se ha desatado a su alrededor, avanzando con un solo objetivo en mente: atravesar las filas rusas y ganar un día más a la muerte. Cientodieciocho de ellos no lo conseguirán. El resto volverán a jugarsela al día siguiente pues la guerra se extenderá todavía durante dos años más. Pero todos entrarán en la leyenda y los poetas relatarán su gesta hasta que el recuerdo del imperio inglés se difumine en la niebla del tiempo.

Si alguna vez muero, quiero que en mi funeral suene esta canción.

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