El dia que a los Reyes Magos les fallaron los proveedores

- Dios mio ¿qué vamos a hacer? ¿alguien me dice qué vamos a hacer?

Melchor paseaba nervioso por una amplia sala, que debería estar repleta de juguetes y regalos de toda clase. Pero faltaba menos de una semana y ni siquiera tenían una simple peonza.

- Ya se – contestó Gaspar- tengo un primo que trabaja en una mina de Asturias, podría conseguirnos unas cuantas toneladas de carbón a muy buen precio. Le regalamos a todo el mundo un pedazo y problema resuelto; motivos para recibirlo tienen desde luego, mirad por ejemplo lo de la capa de ozono.

Baltasar le miro como si hubiera dicho la mayor estupidez del mundo.

- Si hiciéramos eso, perderíamos cuota de mercado y los patrocinadores no tardarían en dejarnos. Bastante tenemos con rezar para que el tipo de rojo le siga cayendo gordo a la gente y que estos no se den cuenta de que pese a que somos tres no reciben el triple de regalos.

Pasaron los días y los reyes no encontraban una solución, lo peor es que habían perdido la esperanza de que los camiones con los juguetes llegaran a tiempo.

La mañana del 5, sin mucho animo, ensillaron sus camellos e iniciaron el mismo viaje que repetían el mismo día desde hacia miles de años, no obstante les esperaban para la cabalgata (de los caramelos se
encargaba el ayuntamiento por fortuna).

Apenas llevaban un par de horas de viaje, cuando Melchor vio en el cielo una estrella brillante que se
apagó rápidamente. Cual fue su sorpresa cuando al poco apareció otra, y luego otra más.

- Mirad muchachos – dijo emocionado- es una señal, sigamoslas, seguro que se resuelven nuestros problemas

- A mi me parece bien – secundó Gaspar – hace 2000 años nos salio bien, probemos suerte ahora.

No paso mucho tiempo hasta que encontraron la fuente de donde procedían las estrellas. Un hombre, encaramado en lo mas alto del mas alto edificio que habían visto jamás, manipulaba varios tubos de los cuales salían las brillantes luces.

- Mirad, estamos salvados – grito Baltasar al tiempo que señalaba un inmenso cartel que cubría parte del edificio – hoy mismo han inaugurado este centro comercial, seguro que aquí podemos conseguir todo lo que necesitamos.

Acto seguido espoleo al camello con todas sus fuerzas, al tiempo que los demás le seguían. Aparcaron los camellos en la primera planta del aparcamiento y subieron en el ascensor. Nada más abrirse las puertas, la amplia extensión del recinto los abrumo, había tantas tiendas donde elegir....
Como debían entregar regalos a medio planeta, decidieron dividirse para acaparar más.

- Tú Melchor, a la sección de moda, Baltasar, tú a juguetes y yo me ocupare de lo demás,nos vemos dentro de dos horas en la caja

No les fue muy difícil encontrar las tiendas que Gaspar les había asignado. En poco más de una hora vaciaron todas y cada una de las tiendas del centro comercial. Algo más tardaron en arrastrar los inmensos sacos por los amplios pasillos que conducían a las cajas, desiertas salvo por un empleado que aguardaba a sus majestades.

- Buenas tardes caballeros – saludo el cajero al tiempo que de reojo miraba los sacos – creo que vamos a estar un buen rato aquí.

Diez minutos después, ya había contabilizado el total de la compra de los reyes

- Son tres millones cuatrocientos cincuenta mil euros , ¿pagaran en efectivo o con tarjeta?

El tono mecánico del cajero no sirvió para suavizar la sorpresa de los reyes, que, con miradas se preguntaban unos a otros si se habían acordado de llevar la cartera.

- Veras hijo – Melchor puso su voz más amable y dulce- resulta que hemos tenido que salir a toda prisa y no llevamos dinero encima. ¿No podrías hacer la vista gorda y dejar que nos llevemos todo ahora? Mañana te pagamos sin falta

- ¿Está de broma?, me lo descontaran de mi sueldo y ya podría despedirme de mi ascenso a encargado- repuso airado el cajero al tiempo que con la mano buscaba bajo la mesa el botón de seguridad.

- Pero veras – insistió Melchor – los proveedores nos han fallado y no tenemos un solo regalo que repartir a los niños, podríamos vender los camellos, pero no nos darían el suficiente dinero...

- Mire señor, mi tatarabuelo no asalto la bastilla para que ahora vaya haciéndole descuento no a uno, sino a tres reyes – y dicho esto pulso con furia el botón rojo.

En un abrir y cerrar de ojos los reyes se vieron rodeados de moles de 2 metros con gafas oscuras, que les inmovilizaron y los llevaron a los calabozos del centro, acusados de presunta estafa.

Pasaron la noche en una cómoda celda, demasiado cabizbajos como para hablar siquiera. La mañana siguiente fueron liberados y recibieron las disculpas del gerente.

- Se acabo muchachos, nuestra reputación está por los suelos – dijo Baltasar mientras se sentaba en un banco a la entrada del centro – nadie habrá recibido su regalo y nos odiaran por ello –

- Mira papa como corre el coche que me han traído los reyes.

La voz de un niño que conducía con mas ilusión que pericia una replica en miniatura de un monoplaza de formula 1 les sobresaltó.

Los reyes se preguntaron extrañados quien habría sido el encargado de llevar el regalo, entonces miraron al padre del niño y como lo miraba, y lo comprendieron todo.

- Habrá que buscarse otro trabajo – comentó Gaspar al tiempo que se levantaba – pero mientras, me ha dicho el gerente que en la segunda planta hay una cervecería de primera, ¿hace unas cañas?.

Nota mental: si en un concurso de relatos el tema es "Lo que pasa en un centro comercial" y el patrocinador-promotor del concurso es un centro comercial, no escribir un relato donde en las pocas lineas que se desarrollan en el centro comercial, los responsables de este actúan al margen de la ley.
Compartir:
spacer

No hay comentarios:

Publicar un comentario