El Moreno lo ha vuelto a hacer. Un sábado por la noche y todo el mundo está hablando de él en Twitter, y sin albanokosovares de por medio, donde las juventudes podemistas no dan crédito a lo que ven sus ojos: una gala como las que acostumbraba hacer el antiguo ventrílocuo allá por los 90, del cual su máximo exponente es Noche de fiesta, repleta de viejas glorias de medio pelo cantando en playback, pequeños teatrillos con actores semi amateurs, un cachas rubio eslavo que se resiste a hablar bien español tras varios años aquí y unos presentadores sacados de la caja de juguetes rotos de la televisión nacional.
Si se piensa bien, es bastante lógico que el gobierno, que al final es quien maneja la televisión pública, haya decidido encargar este programa precisamente en este momento. Ante el estado de calamidad de la nación, enfrentada a sus contradicciones, un panorama económico desolador y con todos los estamentos del estado en entredicho, conviene implantar en la mente de los ciudadanos la sensación de que los viejos tiempos van a volver, o acaso están aquí ya, con la tan cacareada recuperación en dios sabe qué sectores. Y para ello, entre otras razones, acuden a una vieja fórmula.
En el mundo de José Luís Moreno, la clase media aún existe. En los sketches que salpimentan las actuaciones musicales, las parejas están formadas por un marido con dinero y una asistenta, española, eso si, y los presentadores, entre ellos la Obregón, tras haber vuelto de su sueño milenario en la pirámide de Kefren, se envuelven en la frivolidad de una guerra de los sexos que se encuentra en pleno armisticio para tratar de añadir algo de frescura a algo que caducó cuando Napoleón era un simple proyecto en los testículos de su padre.
Y aun así, es dificil dejar de mirarlo. Es la fascinación por el horror, como ver a Godzilla rasgando los rascacielos de Tokio, como contemplar la onda expansiva de una explosión nuclear convirtiendo en cenizas una gran ciudad, como pasar una otra vez el vídeo en el que un coche se estampa contra un edificio... porque, al final, todos esperamos que la gala termine con el desfile de lencería. O que salga Jaimito Borromeo, ¡coñe!
Lo vi ayer por aproximadamente cinco minutos. Tuve la inmensa suerte de ver a Isabel Pantoja con Kiko Rivera rapeando para hacerle los coros. No pude aguantar ni hasta el final de la canción. Yo decía que era una nostálgica pero, viendo esto, se me está pasando. Besotes!!!
ResponderEliminarJjajaja viste lo mejor entonces!!! :) Yo al final no pude aguantar para ver si salían las chicas en ropa interior o no. Los 90 fueron muy malos para la nostalgia. Especialmente en España! :)
ResponderEliminarBesos guapa!!