Otro año en canciones

Ahora que parece que mi tercer año en Canadá tendrá que esperar un tiempo, y sigo buscando lugares donde exiliarme más cercanos a la playa, es un buen momento para recordar musicalmente lo que fue mi segundo año en el país de Brian Adams, Celine Dion y demás gigantes de la canción ligera americana.

. Party Rock Anthem - LMFAO: el auténtico himno del verano, el que sonaba en todas las emisoras de radio en cualquier momento del día, no importa que fuera por la mañana o de madrugada. Una cosa curiosa de las radios canadiense es que deben tener los derechos de solo un puñado escaso de canciones actuales (no más de 10) junto con centenares de clásicos de toda la vida. Por ello, no era raro escuchar en un mismo día, cinco veces la canción de los LMFAO y la discografía completa de Boy George. Tal fue el éxito del tema y del grupo, que en Halloween varios chavales se disfrazaron del robot que aparece en todos sus videoclips. Como no llegaron a mi casa, tuve que salir corriendo tras ellos para hacerme una foto, pues los disfraces estaban bastante conseguidos, con la mala suerte de que confundieron mis intenciones con otras menos sanas. Salieron huyendo aterrorizados mientras pedían ayuda a la policía. Tuve que esconderme tras un espeso matorral mientras el coche patrulla que acudió a la llamada de varios vecinos se daba por vencido y volvía a la comisaría.



. Rolling in the deep -Adele:  Tras haber visto las grandes ciudades canadienses en mi primera estancia en Canadá,y necesitando salir del cada vez más pequeño pueblo en el que vivía, decidí recorrer los pueblos circundantes y disfrutar de sus parajes naturales. Lugares como Val David, Saint Adolphe de Howard o Morin Heights, permanecerán por siempre en mi memoria y poniéndole banda sonora, la canción de esta artista inglesa, que sonaba en todos los garitos donde parábamos a refrescar el gaznate tras largas horas de viaje en coche.



. Danza Kuduro - Don Omar: Las diversiones en un pueblo con solo un bar y siete galerías de arte no son muchas: tirarse cuesta abajo en alguna de las innumerables cuestas de la localidad o contar las nubes. Un día, dio la casualidad de que en el cine del barrio daban "The Fast and the Furious 5" en la lengua de Robespierre, aún más casualidad fue que en aquellos días compartía mi vida con buena presencia femenina. Así que a falta de otro plan mejor, decidimos ir a verla.

¿Para que se va al cine a ver una película en un idioma que apenas entiendes? pues claro, para aprender. Y ya os digo si aprendí... A decir verdad podría haber estado doblada al andaluz que no me hubiera enterado de mucho, creo que salía la Pataky y la Roca (no confundir con la cara de la Pataky), mi modelo a seguir en la vida aunque el Vin Diesel le diera para el pelo. Tampoco hizo falta para disfrutar de los tiros, las peleas y las persecuciones en coche coronadas con el gran tema de Don Omar, del cual pedí su cabeza en anteriores etapas de mi vida, más beligerantes con el reaggeton, genero musical no tan denostado en Canadá como en la madre patria.



. Rain over me - Marc Anthony feat. Pitbull: ¿Qué decir de Pitbull? el hombre que ha hecho más duetos que Peter North. El de la voz cascada, las letras profundas, ya tu sabes, y sus explosivas mulatas, a las que seguro guarda en un baúl hasta el próximo videoclip. Conocí a una mujer a la que le gustaba. Ella nunca lo reconoció, pero por la forma en que le defendía, no me extrañaría nada que tuviera un tatuaje suyo en un lugar oscuro y secreto. 

Ha cantado con medio mundo y anda en conversaciones para hacerlo con el otro medio (de hecho a mi me llamó ayer) y solo le falta versionar el Pavo real con Pitingo para alcanzar el olimpo latinoamericano de la canción. Este tema, cantado junto a Tony Stark, tiene un profundo mensaje según la mencionada seguidora, que a decir verdad, veía mensajes filosóficos incluso en el BOE. ¿Cual era? No lo recuerdo, algo relacionado con las drogas, seguro. Eso explicaría que Pitbull no diga dos palabras con sentido en toda la canción.



. Sube que te llevo - MPM: Tenía que pasar. No era normal que la oficina de desempleo del pueblo estuviera siempre vacía, que los cafés estuvieran llenos a todas horas, y que la gente cogiera el coche hasta para cruzar la acera. Al final, la crisis alcanzó Quebec. Incluso la gasolina llegó a subir espectacularmente coincidiendo con el inicio de las revueltas en Libia. Las calles de Montreal se llenaron de gente indeseable que te pedía, con mucha educación eso si, un dolar para el Metro y caminar de noche por sus calles se volvió una tarea para los más valientes pues no sabías con quién te podías cruzar. La falta de proyectos obligó a mi empresa a efectuar drásticos cambios que no fueron del agrado de nadie, excepto de los jefes, como ocurre en todas las empresas. Así que para "relajarnos", a cada uno le dio por una cosa. Un compañero, se dedicaba a "cantar" esta canción, y con el tiempo me la llegué a aprender de memoria. Entre esta y "La tía Enriqueta" de Chimo Bayo, ya estoy preparado para no desentonar en una fiesta de esas modernas, con luces estroboscópicas, pastillas y botellas de agua. Tuve ocasión de examinar de cerca el ambiente pastillero de Montreal, en el templo de la música electrónica de Montreal, llamado Circus, pero esa, es otra historia.



. Edge Entrance Song: Cuando me comentaron que me iban a asignar el último juego de la antigua WWF para la nueva portátil de Nintendo, mis sentimientos eran encontrados. Por una parte, jamás se me habían dado bien los juegos de lucha libre, con sus controles toscos y su engorrosa manera de ganar (todo lo que no sea un K.O. no es una victoria, por mucho que digan), sin embargo, el título en cuestión contaba con todas las estrellas míticas de la franquicia deportiva, y ¿quién puede resistirse a partirle el lomo a un mindundi manejando al Poli loco?

La primera semana fue divertida. En la segunda dominé el juego y ya ganaba todos los combates usando únicamente un botón de la 3DS. La tercera me dediqué a dormitar. A principios de la cuarta mis jefes se dieron cuenta de que dormía y tuve que volver a jugar. Y al mes y medio de estar probando el juego, ya soñaba por las noches con Pablito Terrores vendiéndome un ataúd. Lo único que me mantuvo cuerdo fue la soberbia banda sonora del juego, eso y el Último Guerrero, con el que alcancé las más altas cotas de la gloria deportiva. Y entre todas las canciones que se podían encontrar en el cartucho, destacaba una, la de la "entradilla" al ring de Edge, un chuloplayas al que como luchador aborrezco pero cuya música me ayudaba a despejarme aquellos lunes por la mañana.

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La estatua de la isla

Durante varios años pasé la noche de los jueves pegado a la pantalla de televisión siguiendo las desventuras de los supervivientes del vuelo de Oceanic 815. Por ello, cuando en mi exilio canadiense surgió la oportunidad de ver la última temporada de la serie entre compañeros, y aun así amigos, de trabajo, me apunté sin dudar.
En el lujoso salón del adosado de uno de ellos, nos reunimos siete personas, conjeturando algunos lo que nos encontraríamos en la isla, mientras otros intentaban poner los subtítulos para enterarnos de algo de lo que dijera Desmond (aunque luego resultó que no tenía mucho que decir) No se si aquí será igual, pero en los USA/Canadá hay algunos canales que ofrecen subtítulos en "tiempo real" incluso en los anuncios, aunque muchas veces en lugar de "Mr Roboto´s dick is a masterpiece of the Creation", lo que se lee es "Mr. 4fdty dfck 3fmfsf...."

Una hora después, con la imagen aún fundiéndose al negro, guardamos silencio por un instante; un silencio roto cuando uno de nosotros tiró el borde de la pizza que degustaba y exclamó: "Vaya mierda" (el capítulo, no la pizza) Quedamos bastante decepcionados pero albergábamos la esperanza de que aquello mejorara. No fue así y a lo largo de la temporada nuestro grupo fue menguando hasta quedar reducido a tres valientes para cuando llegó la season finale.
No sabría decir si teníamos mucha fe si simplemente no queríamos despegarnos de la rutina agradable de quedar a comer y beber algo juntos y luego comentar cómo es posible que los guionistas dejaran que sus madres hicieran la calle. Y no solo eso, todos llevábamos años compartiendo nuestras miserias y nuestras alegrías con el devenir de aquella serie cuyo cutre y patético final nos hizo sentir estafados.

Y se acabó. Como decía el agente Smith: Todo lo que tiene un principio tiene un final. Todo el mundo lo sabe, pero aun así, mientras seguíamos a Locke por la jungla, simplemente disfrutábamos del momento, no pensábamos que algún día terminaría, y menos de aquella manera.

A partir de ese día renegué de la serie. No podía ni ver los anuncios de sus reposiciones que daban por televisión, cuando veía las temporadas a la venta en las estanterías de la FNAC pegaba a un gafapasta (por aquello de tener alguna excusa), sus protagonistas antaño admirados me causaban rechazo. Juré que no volvería a involucrarme tanto nunca más. Pero siguieron sacando series y algo había que hacer ¿no? Lo pasé bien con otras, comentando algunas incluso, pero nunca fue lo mismo. Nunca es lo mismo.

Y el tiempo pasa y un día estás aburrido, tu mente empieza a divagar o escuchas una canción que te recuerda a ella, y no puedes resistir más y corres hacia los buenos momentos guardados en DVD que escondías en lo más profundo del armario y no puedes evitar sonreír al recorrer caminos pasados y mientras los contemplas en tu monitor, te dejas llevar por sensaciones que pensabas olvidadas. Pero, y maldices porque haya un pero, no es lo mismo, porque tú tampoco lo eres; los misterios que tratabas de dominar ya no lo son o directamente no importan. Lo que sientes se oculta tras la pantalla invisible del pasado, inaccesible.

Y apagas el monitor, apesadumbrado, con la certeza de que no encontrarás nada que te haga sentir lo mismo.

Este post no va de Lost
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Natalie Wood

Entre mis innumerables defectos destaca uno con especial intensidad por su falta de lógica y por los problemas que me suele ocasionar: suelo coger una ojeriza irracional a determinadas personas sin una razón de peso aparente.
No se si creer en la reencarnación o no, pero sería una posible explicación a tan extraña actitud, por fortuna para mi, no demasiada frecuente. Normalmente me suele pasar con gente que pasa por mi vida por accidente y sin incidencia, sin embargo, estando en el instituto me ocurrió con dos profesores, el de tecnología y la de "Educación plástica y visual", término usado para englobar cualquier cosa que no fuera útil en la vida, salvo que seas artista lo cual por desgracia no es mi caso.

Estando en esta clase mandó la profesora un día formar grupos con los que poder realizar trabajos y exposiciones sobre distintas materias artísticas. Debido al mencionado defecto me desentendí de aquello y nadie me admitió en su grupo ni la profesora mostró el menor interés en que formara parte de alguno. Por ello, cuando me enfrenté al primer trabajo: comentar la película "Esplendor en la hierba" tras su visionado, yo ya sabía que iba a suspender y decidí dedicar aquellas dos horas de oscuridad al nunca bien ponderado arte de la siesta.
Sin embargo mi plan no saldría como lo esperaba, no por el inexistente celo de la profesora a la que no le habría importado que me quedara en mi casa, sino porque cuando vi la esplendorosa (nunca mejor dicho) belleza de Natalie Wood en la pantalla, me quedé pegado a ella. Luego no entregué ningún trabajo  y ulteriormente suspendí la asignatura, pero dio igual porque en las otras tenía una buena media y no me iban a hacer repetir por esa chorrada.

Pasaron los años y en Cinetube encontré una película llamada "La Gran Carrera". Tengo que decir que desde que estaba en el colegio, ando buscando una comedia sobre una carrera desde Nueva York a Los Ángeles en la que participaba un motorista que terminaba empotrándose en un cartel publicitario, y de la que desconozco todo lo demás, título incluido (por si alguien la conoce y no es ninguna de las Cannonball). Por eso intento descargarme todas las películas de la misma temática. Cual no fue mi sorpresa al encontrarme con el embrión de lo que sería una de las series estrella de los míticos Hannah-Barbera: Whacky Races (los Autos locos para los amigos de Cantinflas)

La película está protagonizada por todo un elenco de estrellas, empezando por  el protagonista: Tony Curtis, pasando por Jack Lemmon como el Dr. Fate (pronunciado así: fate; en aquella época el inglés no era siquiera una práctica sexual en España) representación de Pierre Nodoyuna que viaja con su inseparable patán: Peter Falk, el de Colombo. Pero si hay algo que da glamour a la cinta es la presencia incandescente de Natalie Wood, haciendo de una Penélope Glamour (vestido rosa incluido) feminista y liberada que no duda en mostrar pierna cuando puede para conseguir sus objetivos pero que al final termina entrando por el aro de la tradición, casándose con el protagonista (vamos, lo que han hecho las mujeres toda la vida)
Recomiendo la película, una cinta clásica de aventuras, blanca como la madre de Obama y que puede hacerse un pelín larga con sus más de dos horas y media de duración que se pasarán volando si mantenemos la atención fija en los modelitos con los que nos deleita la Woods.


Con esos ojos, si me pidiera un cigarro se lo daría, aunque tuviera que robarlo
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Oido en el bar

- Hoy día se lleva ser maricón, decirle: ¿Cómo estás cariño? ¿Necesitas algo?


Semejante afirmación, que haría palidecer a una sufragista, provenía del típico habitual del bar del pueblo junto al que pasaba en aquel momento, gañán, inculto, de dudosa higiene personal y pensamiento retrógrado, anclado en el tiempo, fiel reflejo de la sociedad española actual pues tras escuchar semejante declaración de intenciones, sus amigos le jalearon entre trago y trago a sendas cañas de cerveza.

No seré el primero en apuntar el carácter irracional, esquivo y a veces anárquico de las mujeres pero por encima de todo eso está la educación. Vale que lo único que quería el Casanova del bar sería un encuentro furtivo en su casa con hipoteca a 40 años con una choni de discoteca de similar talla intelectual, pero preocuparse por ella es lo mínimo. Y no por ello se es "menos hombre". Vamos, digo yo.
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Algo pasa con Susanna

Cuando comencé este nuevo blog, decidí continuar con una sección que me había reportado pingues visitas en un proyecto anterior y que además, me alegraba la vista: la sección de chicas. Lo que en su día comenzó como una forma de listar las mujeres que en su momento me parecieron atractivas, se convirtió pronto en una fuente constante de nuevos y breves lectores que esperaban encontrarse con decenas de galerías de las damas más despampanantes y al final se tenían que conformar con un par de fotos y un comentario chorra.

En cualquier caso, durante mi ausencia, el blog no dejó de tener visitas gracias a los seguidores de esa mujer, con todas las letras, que es Susanna Griso. De todas las españas llegaban diariamente decenas de salidos que buscaban fotos de sus piernas, relatos eróticos relacionados con ellas, respuestas a extravagantes preguntas como si Matias Prats es un robot. Sirva de homenaje a todos ellos este mapa con los lugares desde donde han accedido a mi blog, que se irá actualizando diariamente. Algún día veremos el mundo cubierto de iconos azules...


Ver Fans de Susanna Griso en un mapa más grande
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Mis pequeños monstruos


¡Libros de referencia en la próxima reforma educativa!
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Más allá de la cúpula de la incorrección política

La crisis del 93 es la primera de la que tengo consciencia. Los 80 fueron una crisis continua pero yo andaba más preocupado en que Dartacán rescatara a Julieta de una improvisada torre de papel echa con mis propias manos, que de pulsar el ambiente desolador que se vivía en aquel entonces.

La situación mejoró algo a finales de la década  y la amorfa rebeldía de Cobi junto con las luces que Curro, mascota de la Expo de Sevilla, lanzaba por su pico, nariz o lo que fuera aquello que tenía en la cara, desterraron las sombras de la recesión hasta que los atletas volvieron a sus casas con sus medallas y las puertas del último cerraron sus puertas para no abrir jamás, dejando a Curro hundido junto a una carabela en el lecho del Guadalquivir.

La realidad del paro golpeó entonces con fuerza a mi familia, sufrimos dificultades económicas y, como de todo se aprende, yo empecé a valorar el dinero. Pese a que la economía no estaba para darse muchos caprichos, de vez en cuando iba a la librería local a comprar algún tebeo con los pocos ahorros que podía conseguir de forma lícita.

Por aquella época era seguidor de Mortadelo y Filemón, y atesoraba gran cantidad de sus historietas, y como si fueran pokemons, aspiraba a hacerme con todas ellas. Un día, en una de mis habituales visitas a la la librería, el dueño me informó, con gran consternación por mi parte, de que no tenía nada nuevo de la pareja de detectives. Sin embargo, en las estanterías, junto a al SuperPop y el Teleindiscreta, tenía un cómic dibujado por el mismo Ibañez, que al final compré porque... no lo recuerdo, supongo que porque mi naturaleza impulsiva me empujaba a no irme de vacío y no me atrevía a comprar el Intervíu.

Los protagonistas del mencionado tebeo era "Chicha, Tato y Clodoveo. De profesión, sin empleo", un heterodoxo trio de desempleados (perroflautas más bien)  que viñeta tras viñeta trataban de encontrar ese objeto místico de la misma importancia que el Santo Grial o el peluquín de Hilario Pino: un contrato indefinido. No lo conseguían, por supuesto, y de forma inexorable las historias desembocaban hacia un final repleto de golpes y miembros vendados.

No me gustó, las cosas como son. El esquema de las historias era similar al de los Mortadelo, pero los protagonistas no tenían carisma. Tanto es así, que desconozco quién era quién. Aún así, hace unos meses, sumidos de nuevo en la eterna crisis nacional, decidí en un acto nostálgico, volver a leer alguno de sus números por si ahora, con la experiencia adquirida con los años,  podía encontrar más "Chicha". No me dio tiempo a comprobarlo, porque nada más empezar con el primero "El Cacharro Fantástico" Nº 7 de la colección, página 2, me encontré con una viñeta que me dejó patidifuso:


Así de primeras parece una señora es estrangulada gratuitamente, sin venir a cuento en una historieta para niños. Se nota que fue dibujada en tiempos más "permisivos" (mediados de los 80) donde todavía quedaba alguien que escuchara a Almodovar y McNamara o viera a Martes y 13 decir que su marido le pegaba.

Sin entrar en discusiones de si debería estar ahí o no esa imagen, lo que yo me pregunto es por qué dibujo eso. ¿Era en aquellos tiempos ver algo así gracioso? Si vemos la única viñeta en la página que podría tener relación con la mostrada:


Obtendremos el cuadro completo. La buena señora le echa la bronca a su marido porque el trio de perroflautas protagonista le ha robado los pantalones y este, decide pagarlo con ella. ¿Crítica social? ¿Gag fallido? ¿Mensaje oculto al estilo "El Código Da Vinci? Se admiten apuestas.

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