Nunca he sabido si el objetivo de tan tradicional columna es zarandear nuestras opulentas y derrochadoras conciencias o simplemente el amargarnos los mazapanes. Teniendo en cuenta que no hay gremio más interesado (descontando a los abogados y los fontaneros) que el periodístico, me inclino a pensar que más que la solidaridad lo que les mueve es el afán por crear polémica y tocar los turrones al personal.
Ya podría poner a parir a los gobiernos, no sólo de los países desarrollados, sino también a aquellos que deberían administrar la ayuda que reciben y gastárselo en algo más que armas; y también a ese muñeco de nieve paralítico llamado ONU que únicamente sirve para dar trabajo a gente con nombres extraños, que de otra forma no podría aspirar más que a reponedor del Carrefour (con todos los respetos al ilustre gremio del que a punto estuve de formar parte).
La ayuda personal y la que llevan a cabo las ONG´s no es más que llevar a la práctica el viejo dicho de "dale un pez a un hambriento y comerá un sólo día, ensÉñale a pescar y comerá siempre", sólo que la caña no llega nunca. No es más que un parche, el esfuerzo debería venir por parte de las instituciones gubernamentales y mientras no se entienda esto, los oportunistas redactores nos estarán dando las navidades.
Pobres aquellos que pasan hambre porque hasta los periodistas sólo se acuerdan de ellos cuando más provecho pueden sacar de su desgracia.