Ha llegado a su ciudad

Hace algunos años, las calles de mi barrio se inundaron con una melodía largamente olvidada, la de la armónica del afilador anunciando su llegada a las amas de casa necesitadas de devolver el filo a sus cuchillos romos. No conozco la obra de Almodóvar pero si no ha incluido a un representante de tan digna profesión en alguna de sus películas, mucho está tardando.

Su presencia había desaparecido del acervo cultural al mismo tiempo que los chinos y sus baratijas desembarcaban en la península para comprar nuestro futuro a cambio de un puñado de collares de cuentas. Las gentes pudientes comenzaron a afilar sus cuchillos en casa, o mejor dicho, sus sirvientes lo hacían, mientras que las clases trabajadoras, "target" del afilador, optaban por comprar cuchillos nuevos, cuya escasa calidad los hacía propensos al usar y tirar.

Incluso cuando surgió la moda de los cuchillos japoneses, estos no se usaban en el devenir diario, sino que se mantenían en su caja original, sin desprecintar, colocada en un lugar privilegiado del salón, para demostrar a las visitas que ellos pertenecían al Club Ginsu.

Quién sabe lo que pasó por la cabeza de ese pobre hombre para decidir que su vuelta era necesaria. Puesta en contexto, el ambiente de crisis que asfixiaba a la ciudadanía podía hacer pensar que la grey estaba más por la labor de reutilizar, reparar y/o afilar sus utensilios. Apenas un par de semanas duró su aventura. Como la vuelta de Formula Abierta, calculó mal la aceptación de un público que estaba ya instalado en el consumismo low cost y la negación de las tradiciones ancestrales.

Donde quiera que esté ese derrotado afilador, espero que le esté yendo bien. Su animada melodía ha quedado grabada en el subconsciente de varias generaciones. Nunca morirá.

Esta situación no es algo nuevo, es un proceso del desarrollo humano que culminará cuando todos los trabajos sean realizados por robots e inteligencias artificiales y quedemos relegados a ser ordeñados por estos periódicamente. Los vendedores de hielo fueron barridos del mercado por los frigoríficos, los copistas por las imprentas, los serenos por Franco y los taxistas por Hummungus y sus seguidores.
Sin embargo, hay una profesión que contra viento y marea, ajena a las ofertas, a la obsolescencia programada, a las ansias de renovación constante, nunca ha dejado de estar presente en nuestras vidas, y cuando oímos la peculiar tonadilla que le acompaña, no podemos evitar terminarla, pues "ha llegado a su ciudad, el camión del tapicero". Sillas, tresillos, sofás, todo es susceptible de ser tapizado, hasta un plato de macarrones o la calva de su marido.

Cuando era niño no tenía ni idea de qué extraña magia invocaba aquel hombre en el interior de su furgoneta, luego me enteré de lo prosaico del asunto. No conozco a nadie que recurriera a sus servicios en la edad moderna. Sospecho que la última vez que tapizó algo, todavía se podía pagar en pesetas; pero el caso es que el hombre perseveró en sus convicciones, o igual tomó el relevo su hijo, como los linajes de los reyes o de los pelotaris vascos: Tapicero III, el conciliador, que sofocó la revuelta de las hamacas y las hermanó con los sillones de escay, cuatro veces ganador del Abierto de Santuchu.

Hubo una temporada en la que se creyó, en broma, porque en mi barrio no somos tan retrasados, que al volante de la furgoneta no había nadie y que la voz que se escuchaba por los altavoces provenía del mismísimo Satán, pues nadie había visto el rostro del conductor. La chanza no se pudo mantener por mucho tiempo más, cuando una señora que vivía sobre la panadería comentó en una de las espontáneas reuniones de cotillas que se producían en la plaza, que había tenido contacto con el tapicero, y que era un señor muy apuesto. "Esa fresca seguro que se lo ha follado", me comentó mi vecina al día siguiente. No con esas palabras porque era una septuagenaria y en su época no existía la palabra "follar", pero la forma en que arqueó las cejas así me lo pareció. Por poco se le sale el ojo de cristal del énfasis que le imprimió al gesto.

¿Podrá este David motorizado resistir los envites de Ikea, el Goliath sueco? El tiempo dirá si le aguarda un destino junto a los repartidores de helados, los escritores que no tienen canal de Youtube y Xuxa. Mientras tanto, ahí me parece escuchar ya la alegre tonadilla... Voy a llevarle un taburete, a ver si me lo tapiza con una tela de la Patrulla Canina.
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Alguien ha mordido a un perro

Tengo la malsana costumbre de curiosear mi TL en Twitter recién despertado de una reparadora siesta. Esto hace que mis niveles de atención y mi criterio se desparramen por los suelos y pinche en enlaces de dudoso gusto y escasa utilidad. Es por ello que cuando vi un tuit de Euronews Español que rezaba: "Palillos de dientes en los asientos del autobús", ilustrado con la imagen de un asiento (podría ser de tren, eso sí) asaeteado por mondadientes, me zambullí de cabeza en el artículo sin pensármelo demasiado, por no decir nada.

En plena moda de la "turismofobia", esperaba encontrar la adopción de las tácticas del Vietcong por parte de los grupos de protesta o de la CUP (más cercanos a los vietnamitas de décadas ha), en su lucha contra el turismo masivo y los nacionales de Italia, que ya está bien con la tontería de las manos. Una chorrada de noticia, sí, pero de cierto interés por la presumible escalada del conflicto, y de cierto servicio público para el viajero que vaya a visitar la ciudad condal en un futuro cercano.

Cual fue mi sorpresa, recordemos que era un artículo, proveniente de un tuit de Euronews ESPAÑOL, y no lo pongo en mayúsculas por fervor patrio sino para que enfatizar el hecho, que conste, cuando, leyendo el primer párrafo de la nota, descubrí que el suceso había ocurrido en Indonesia. Un señor de 60 años que se aburría mucho, se dedicó a clavar afilados palillos ¡en Indonesia! Que a saber por donde queda eso, pero me da que en Eurovisión no participa, ni siquiera en los cuartos de final.

No estoy en contra de que se informe sobre lo que acontece en otros países aunque sea desde un medio enfocado a una determinada región, faltaría más, aunque leer chorradas en sitios supuestamente serios me hace torcer el gesto, pero por lo menos podrían especificar dónde ocurre.

¿Qué es lo que pasa? Primero que es verano, y como los temas importantes no se pueden tratar porque el dinero manda y los juntaletras también tienen que comer, se ven obligados a buscar material para rellenar el gaznate de los ociosos ciudadanos que acuden a sus medios para sentirse medianamente informados con una retahíla de historias que ni siquiera ellos creen pero que acallan sus conciencias por un rato, esa que les dice que el iceberg ha hecho una grieta en el casco y que aunque toque la banda viejos valses vieneses, algo no va bien. Lo segundo es que por mucho que el espíritu crítico de sus lectores raye la indecencia moral, tienen que competir por su atención con los cuerpos semidesnudos de la gente que les rodea, con las cervezas, el fútbol de verano, las drogas y demás opciones de ocio estival. Normalmente se suele echar mano de un cebo, pero con noticias tan chorras como la mencionada, es imposible generar uno, como mucho obtendrás comentarios tipo "ya podría clavárselos en los testículos" y pasarán al siguiente tuit. Por ello tienen que refinar hasta el límite de la profesionalidad los titulares de las noticias. Y por eso omiten la procedencia de la gamberrada, que se viene haciendo, que tenga constancia, desde que yo estaba en 3º de EGB (y yo soy un señor provecto ya), porque a nadie en su sano juicio le interesa saber que un viejo malayo, en lugar de mirar obras, se dedique a estas gilipolleces. Lo próximo será leer: "Le tira un moco en el plato de sopa que iba a cenar", y cuando entres en la noticia, que haya ocurrido en Rhodesia.

Semejante técnica la vi no hace demasiado en otro tuit, del periódico El País, en el que se podía leer: "La fiscal general es destituida", y a continuación el enlace a dicho artículo. Claro, pinchas y te enteras de que habían dado la patada a la fiscal general de Venezuela. El País, diario independiente de Venezuela. Lo de "independiente" lo dejo para completar el chiste. Es esta la única manera de que el lector se preocupe por lo que ocurre en el país sudamericano. No le importa lo que le pase al vecino, le va a preocupar lo que pase allí. Cristal hace mucho que dejó de emitirse. Vemos que esta técnica de redacción puede servir tanto para el marrullerismo económico como para la propaganda.

Para que luego digan que Internet está matando a los medios tradicionales, si no fuera por las posibilidades de engaño que la Red les ofrece hubieran desaparecido hace tiempo. Ya nadie busca información y el número de los que buscan adoctrinarse en su ideología no es suficiente para mantenerlos a flote.
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Instagram

Recientemente he abierto una cuenta en Instagram. En realidad, ya la tenía desde hacía meses pero decidí darle un nuevo enfoque y... en fin, no os voy a contar aquí mi vida. Sin embargo, tras varios días de actividad en dicha red social, he llegado a varias conclusiones que si que vais a tener que leer porque algo tengo que escribir. También os podríais haber ofendido por estas palabras y decidir no leerlo, pero, ¿y si es todo una trampa y en realidad hablo de las famosas con las que me he enrollado? Veamos...

. La gente pasa como el culo de Instagram los fines de semana. Perdonad el lenguaje florido pero acabo de ver el cuarto episodio de la séptima temporada de Juego de Tronos y me he venido arriba. Es un caso curioso, algo que se supone diseñado para rellenar nuestros momentos de asueto es usado en horario de oficina. En Twitter pasa lo mismo, y en Facebook. "Es que yo lo uso para buscar información para el trabajo y por eso los fines de semana no entro", dirá alguno. Los cojones. Cualquier excusa es buena para no trabajar. Eso con los blogs no pasa porque... están muertos.

. Nadie lee los textos que acompañan a las fotos. Lo único válido son los hashtags con los que hacer más visibles nuestras fotografías. La palabra ha muerto como medio de expresión. ¡Larga vida a la foto del desayuno! En una foto puse que me gusta la pizza con piña y la tortilla sin cebolla y aún así recibí varios likes. Claro que puede que la broma esté más quemada que una caja fuerte que albergue los papeles de la Gurtel. Además la foto era de un plato de croquetas. Este experimento no me lo aceptarían en la Royal Society, desde luego.

. Hablando de favs, likes o como demonios se llame la muestra de aceptación de las aportaciones por parte de la comunidad. Son tan adictivos como la comida china, y casi diría que más. En cuanto recibes un par, algo se activa en el núcleo del placer del cerebelo y quieres más y más. Hasta que una tarde te descubres refrescando la pantalla de interacciones cada segundo y llamando hijos de puta a todos aquellos que no saben apreciar tu arte. Desconozco si en otras redes sociales el sentimiento es el mismo porque nunca se ha dado la circunstancia de que a más de dos personas les haya impresionado tanto algo que haya dicho o hecho como para demostrarlo con un complejo click de su ratón o un esforzado tap de su dedo.

. Otra cosa que he percibido es que hay muchas tetas, de las artísticas, sin pezones, porque en Instagram son unos mojigatos y piensan que sin pezón no hay teta y sin raja no hay culo. Eliges a una joven IT girl y ahí lo tienes, curvas peligrosas en su máximo esplendor. Ojo que no me quejo, más bien al contrario. Ya era hora de que se normalizara esa parte del cuerpo humano. Eso sí, las pajas me las sigo haciendo igual.

. No te deseo ningún mal pero ojalá en tu grupo de amigos tengas un fan de las Stories. Una de las razones por las que me alegra no tener amigos a los que pueda ver con asiduidad es que no tengo que soportar que alguno de ellos se dedique a grabar todo lo que acontezca en nuestras reuniones. Como no nos solemos ver en persona por un espacio de meses o incluso años, cuando nos juntamos a ninguno se le ocurre sacar el móvil siquiera. Es motivo de anulación de amistad instantánea. Por cierto que una vez le toqué con el codo sin querer el culo a la señora que hacía de la mujer del Fary en Menudo es mi padre. No fue una relación sexual, qué duda cabe, pero yo disfruté mucho. Tengo el codo muy sensible.

Con todo, el nivel de adicción de estos fans  no llegará jamás a los niveles de...

. La gente que vive para subirlo todo a Instagram. Los reyes del postureo, el equivalente humano a una cáscara de nuez vacía. Un muñeco de esos que prueban los airbags de los coches vive más que estas personas que han hecho de la cámara, o el móvil, una extensión de su brazo. Son los primeros humanoides biónicos. Interpretan la realidad a través de la lente fotográfica, la cual les sirve de nexo social con otros miembros de su subespecie. Creo que se aparean frotando los palos de selfie. Por suerte son estériles y en una generación la tontería se quitará. Hasta entonces habrá que aguantarles haciendo fotos de las cosas más insospechadas: la risa de un abejorro, el miedo de una servilleta o un pezón pero sin teta.

. Esto no tiene mucho que ver con el tema, pero mientras procrastinaba antes de corregir el post, para lo que ha servido..., acabo de descubrir que las vaginas se pueden deprimir. Hay que ver el cuerpo humano... En cualquier caso, ¿qué decimos sobre eso en esta casa? Not today.
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