Yo no podría ser vampiro. Estos terminan por volverse melancólicos, depresivos y adquieren tendencias suicidas tras largos siglos de vivencias y experiencias de todo tipo. Con poco más de tres décadas de vida, yo estoy hasta los cojones de lo que me rodea y lo de más allá, así que si alguna vampiresa me pegara el mal de Caín como si de una E.T.S. se tratara, no esperaría ni al mediodía siguiente para dejar que me clavaran una estaca, por aquello de experimentarlo todo, y ahorrarme la ingesta de Prozac y helados de nata y nueces de macadamia durante océanos de soporífero tiempo.
Es por este hastío vital que me subyuga por lo que el otro día decidí mandarlo todo a la porra y comenzar a hacer cosas nuevas, atrevidas y arriesgadas. Esa clase de cosas que no te atreves a hacer porque luego la ves todos los días en la oficina y quieres evitar la vergüenza de recordar que te comiste sus bragas a palo seco mientras la paseabas a caballito por la habitación de un motel barato, con luces de neón y máquina de hielo en el pasillo. Que no digo que me haya pasado a mi, pero nunca se sabe en esta vida lo que puede suceder.
Por ello, decidí poner en práctica una vieja teoría, de los tiempos en que las mujeres eran para mí deidades etéreas e igualmente inalcanzables. Una época de investigación y aprendizaje sobre cómo seducirlas, embaucarlas y engañarlas con palabras bonitas si fuera el caso, con el noble fin que ha espoleado el valor de miles de caballeros, ha dado alas a la imaginación de centenares de bardos y ha provocado la compra de millones de Fantas: follar como un conejo.
Todo comienza una solitaria noche de finales de los 90, en una página ya olvidada de Internet. Era una de esas noches en que comenzabas buscando la dirección de Traci Lords para mandarle flores, y por la magia de los hiperenlaces (antes se llamaban así) terminabas inscribiéndote en la newsletter de los Panteras Negras. Antes de aquello, fui a parar a una web en el que se describían diversos métodos para ligar con la chica de tus sueños o la que quedara libre a las tres de la mañana en el pub. De entre todos ellos, uno llamó especialmente mi atención. Era muy sencillo: consistía en acercarse a nuestro objetivo y susurrarle al oído, con voz sensual y firme: ¿Follamos o jugamos al baloncesto?
Según se comentaba, los resultados obtenidos no eran del todo insatisfactorios, sin embargo jamás me atreví a probarlo en mis carnes por el qué dirán, el qué pensarán y la posibilidad de recibir una buena hostia con la mano abierta, que las chicas de aquí son muy brutas. Es ahora, cuando lo único que me impide inundar la blogosfera de comentarios guarros dirigidos hacia las atractivas autoras, es el respeto por los demás que aún mantengo, que decidí poner en marcha esta curiosa técnica de ligoteo, aguijoneado por la curiosidad y las ganas de frotar mi cuerpo contra el tuyo apoyado en la pared.
Las cosas como son: a la hora de ligar soy como el león, dejo que la mujer haga todo el trabajo mientras yo me ras... contemplo las musarañas bajo una palmera. Por ello no tengo mucha experiencia a la hora de interactuar con el género femenino. Mi relación actual con mujeres de carne y hueso se limita a los escasos comentarios que intercambio con las cajeras del Mercadona y los breves instantes en que nuestras manos se tocan cuando me dan una bolsa, aunque últimamente no se por qué me la lanzan a varias metros, al final del "finger" de la comida, como llamo a esa parte de la caja, a falta de un vocabulario más rico.
Tenía lo más difícil, una forma de romper el hielo, pero me faltaba un lugar propicio donde hacerlo y que no quedara el suelo perdido de agua. ¿Dónde liga la gente?,me pregunté. Lo primero que hice fue una encuesta entre mis amigos, para saber dónde habían conocido a sus respectivas parejas. Vale, no es lo mismo el fornicio esporádico que una relación, en esta última hay que mentir más, pero todo empieza igual, con un intercambio de fluidos en la playa bajo la luna llena.
Como son un poco "raros", la mayoría resultó haber dado con su media naranja en diversos sitios de Internet, ¡uno incluso en Badoo!. Pero bueno, este medio virtual no me valía porque ya se sabe que una frase ofensiva en la red dura lo mismo que el parpadeo de una princesa (y tiene la misma importancia). Además, ¿y si alguna dijera que si? Tampoco es plan de irse a Madrid a follar. Que bueno, si hay que ir se va, pero se corre el riesgo de que la susodicha cambie de opinión y termines haciendo turismo en el kilómetro cero, más caliente que el castizo palo de un churrero. Además Madrid ya lo conozco.
Quedaba un reducto de gente normal que había encontrado el amor tête a tête, los más afortunados; la mayoría, cara a cara. El primer lugar de la lista de los sitios donde pescar una mujer, resultó ser la discoteca.
No se muy bien a qué generación pertenezco, si a la Generación X, la Grunge, la Generación Nintendo, WASP, a los chavales de la E.G.B. o los Panteras Negras, aunque bueno, de estos soy socio. El caso es que los miembros de mi generación se dejaron el dinero de sus padres, la salud, el oído y la ropa interior en estos templos del pecado y el vicio a los que nunca fui porque me parecía una experiencia similar a meter la cabeza dentro de un cubo y darte golpes con una cuchara, siendo esto mucho más barato y menos frustrante. No sabía bailar, no tenía amigos, no bebía alcohol y me daban miedo las gogos, que siempre he pensado que son replicantes dispuestas a saltar sobre aquel desdichado que les mirara demasiado el culo para descabezarlo. Y yo soy mucho de mirar culos. Hoy día, con más información y experiencia, se que esto no es así. No les importa que les miren el trasero mientras las inviten a un gintonic.
Así pues allí me colé y en la disco me planté, tripis para todos y poco que beber. De hecho solo tenían agua. Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba en un after hour con tres salas de ensordecedora música electrónica en el que jóvenes que apenas habían dejado el instituto unos días antes, se retorcían y se restregaban al ritmo de siete octavas. Dudé si irme a otro local, porque igual esa gente no sabía siquiera lo que es el baloncesto, pero como corría el riesgo de meterme por equivocación en otro sitio peor, me quedé.
Me acerqué a una chavala que parecía ser la hermana mayor de alguna de las chicas que danzaban como los zíngaros del desierto a mi alrededor, y que además parecía estar lo suficientemente colocada como para ofrecer un entorno seguro para mi experimento. No es que me quisiera aprovechar de su estado, sino que soy tímido y por mucho que me importe todo tres pimientos, para "iniciar las hostilidades" quería asegurar mi integridad física.
Bien, fue un error. Inicié el acercamiento con unos ensayados pasos de baile que ante una audiencia sobria hubiera provocado carcajadas, pero lo bueno de los after es que a no ser que grites "Pastillas gratis" en medio de la pista, nadie se fija en ti. Una vez colocado a su lado, me acerqué discretamente y le susurré la fórmula mágica: ¿Follamos o jugamos al baloncesto? Algo se encendió en su drogado cerebro. Una idea que se abrió paso entre una tonelada de Speed y MDMA para ir a desembocar a su brazo, que se disparó de forma instantánea hacia mi. Por suerte su aparato locomotor estaba acompañando de juerga a su dueña y la bofetada que iba destinada a mi persona recayó en un "afortunado" espécimen de choni que como respuesta ante la gratuita agresión la agarró de los pelos al grito de... bueno, no fue muy amable, todo hay que decirlo. Tuve que poner pies en polvorosa.
El bar ocupaba la segunda posición en el ranking de lugares con
mujeres "predispuestas a". Pero claro, aquí los bares son esos sitios
donde van los padres a jugar al dominó, criticar al gobierno, insultar a
los perroflautas y fumar aunque esté prohibido a ritmo de Manolo
Escobar y la melodía pegadiza de las tragaperras. En ellos no entran las
mujeres. Lo que mis amigos llaman "bar", aquí son "locales". Es una
confusión cultural como cuando una argentina me dijo una vez: Cógeme
bien fuerte, y la levanté a pulso dos metros sobre el suelo, que ni Iñaki Perurena.
De
todas formas, me parecen sitios similares a los after solo que con más
alcohol y menos pastillas, así que me limité a merodear la entrada de
algunos, hasta que por pura dejadez, con la misma esperanza que tiene el
coyote cuando cae por el precipicio y alza las manos en busca de una
rama que frene su caída, me acerqué a una pelirroja que se disponía a
entrar en el local de moda de mi pueblo y le pregunté a bocajarro. Me
miró de arriba a abajo, frunció el ceño y me respondió:
- Yo preferiría un partido, pero los 50 euros te los cobraría igual.
Y yo no se vosotros, pero no me gusta pagar por jugar al baloncesto. Prefiero pasar el rato practicando los tiros libres.
El siguiente lugar me pareció lo más extraño del mundo. Tengo un amigo, aunque sería mejor decir compañero o incluso colega, que conoció a su actual esposa en una iglesia. En fin,casualidades de la vida me encontraba cerca de una y me metí en medio de no se qué ceremonia. Como casi todo español de cierta edad, la última vez que pisé una iglesia parecía un desertor de la marina inglesa y asomaba dos palmos sobre el suelo, por lo que ya entrado el siglo XXI, no recordaba nada de lo que sucedía entre esas cuatro paredes.
La luz tenue, las casullas, los rostros picados por la viruela, el olor a incienso, el
leproso de la puerta, un loco fuera advirtiéndonos del fin del mundo, una estatua de papel maché de Giordano Bruno ardiendo en la hoguera... Me pareció todo muy rollo Edad Media. No me hubiera extrañado que en algún momento entrara por la puerta un Lannister a caballo y que este comenzara a defecar por todos lados. La ceremonia comenzó y el párroco instó a los presentes a dar gracias por los alimentos que íbamos a comer, o algo así, yo estaba demasiado ocupado dando gracias por el culo de la señora que tenía delante; que también era obra de dios o de un cirujano que obtuvo sus poderes de Él. Me disponía a preguntarle si quería pasar un buen rato cuando un rayo de dolor atravesó mi corazón e hizo que me doblara sobre mi estomago. Capté el mensaje: nada de sexo en la casa del señor si no llevas el uniforme.
Hasta ahora la suerte no me había acompañado, pero mantenía la esperanza. Otro sitio afortunado había sido la cola del pan. Olvidé preguntarle a mis amigos a qué panadería iban porque a las de mi pueblo solo acudían clientas de avanzada edad, y puede que me gusten las maduras, pero no las momias. Sin embargo, cuando ya había desechado este lugar, dio la casualidad de que en la panadería que está junto a mi casa contrataron a una dependienta de buen ver.
Esperé hasta quedarnos los dos solos y se lo pregunté a quemarropa. Se rió y me dijo finalmente que si. Me quedé mirándola fijamente unos
segundos esperando una continuación a dicha afirmación que no llegaba.
No quería presionarla, pero mi lenguaje corporal gritaba a gestos: ¡Sí ¿a qué?! Opté por preguntarle de nuevo.
- ¿Follamos... - pausa dramática esperando su respuesta- ... o jugamos al baloncesto?
- ¡Siiii! - exclamó aún más convencida si cabe. Lo intenté de otra forma.
- ¿Jugamos al baloncesto... - pausa dramática con la misma función que la anterior y similar resultado - ... o follamos?
Volvió
a gritar que si, totalmente exaltada. No entendía nada, así que le di
una palmada en el culo para no irme de vacío y me fui a mi casa.
Luego tuve que volver porque había olvidado comprar las baguettes para el almuerzo. Fue un poco violento.
La biblioteca en la que tantas veces había perdido el tiempo dibujando setas y tetas era mi siguiente campo de pruebas. Me senté frente a una chica trigueña, acompañada por una morocha muy grosa. El destino no iba a ponermelo fácil. Había un inconveniente: la mesa era muy grande y si hubiera querido susurrarle algo, no me hubiera escuchado bien. Además, cuando intentaba alzar la voz, algún pobre diablo que seguía pensando que estudiando podría labrarse un futuro, me reprendía. Me vi obligado entonces a escribir en un folio mi proposición, de tal modo que lo leyó ella, lo leyó su amiga y además el bibliotecario gay, que me sonrió, me guiñó un ojo y me informó de que él tenía varias pelotas en caso de que necesitara una.
La morocha y la trigueña se levantaron y salieron juntas en dirección al baño. Quiero pensar que allí se lo montaron en plan salvaje, golpeando las puertas, dejando las huellas de sus manos en los cristales empañados por el vaho creado del calor de los cuerpos deslizándose uno contra el otro... y con esa fantasía di por aprovechado el día, porque pese a lo que pueda parecer, soy un hombre sexualmente sencillo que me conformo con pequeños detalles. Y si, este es un mensaje para vosotras que me leéis.
Al final decidí tomar el camino fácil. Invité a tomar un café a una amiga cuya amistad no me dolería demasiado perder (de hecho no podía ni verla, era una bruja. Ni siquiera era una amiga, era una conocida de una amiga, de una ex a la que le dejó el móvil su prima. Tenía buenas tetas) Quedé con ella en una concurrida cafetería junto a una residencia universitaria. Comenzamos a charlar de temas intrascendentes para romper el hielo, cuando de pronto sentí que mi silla era golpeada de forma violenta. Me giré como un resorte y entonces vi a la culpable, una rubia tan despampanante que lo primero que salió de mi boca fue: ¿follamos o jugamos al baloncesto?
- ¿Te parece bonito decirle eso a esta pobre chica? - preguntó mi amiga en un intento de distanciarse de mi presunta sinvergonzonería.
- Pues para eso te he traído aquí - repliqué yo inocentemente.
Sin decir más, me tiró el café a la cara y se marchó airada. A la pobre rubia debí darle pena porque aceptó mi proposición. Me ganó de 14 puntos. Y luego follamos.
Así pues había demostrado que el atrevimiento tiene su recompensa si te lo trabajas mucho. Quién sabe, quizás algún día vaya por la calle preguntando directamente a las chicas que me salgan al paso en una forma rápida de mantener relaciones, pero eso será cuando mi nivel de desesperación sea comparable al cansancio de mi mano.
Por cierto, antes de terminar... ¿follamos o jugamos al baloncesto? (es que la semana que viene voy a Madrid)
Casanova en los tiempos modernos
Moreno, 1.80, ojos verdosos. Discreto. Acudo a domicilio. Antes interesado en mujeres muy muy adineradas; ahora solo en mujeres de cálida sonrisa y magnética personalidad.
Yo he ido más lejos que a Madrid a follar. Valió la pena.
ResponderEliminarAhora me pica la curiosidad! :D No preguntaré, pero, ¿me enseñas las tetas?
ResponderEliminarPues oye, yo al baloncesto soy malísima. es lo que tiene ser bajita. Claro, que para follar eso da lo mismo. Creo, no sé.
ResponderEliminarEl caso, Madrid es un sitio estupendo para ligar, para follar y para jugar al baloncesto. Si quieres saber de sitios guays con tías facilonas o de canchas gratis, avísame.
Un abrazo alien, pero sin sexo alien.
Pues mira, nunca está de más conocer sitios nuevos :) Tengo amigos en Madrid y les debo una visita. Si la salud me lo permite igual me acerco este verano unos días a jugar al baloncesto un poco.
ResponderEliminarUn abrazo terrestre! que mis abrazos alien pueden ser considerados como sexo.
Lo de los zíngaros del desierto me ha recordado a mi madre (porque es fan de Franco Battiato, no porque sea zíngara y mucho menos del desierto).
ResponderEliminarComo dicen por ahí, nunca falta un roto para un descosido así que creo que realmente cualquier técnica es buena. El tema es dar con la persona a la que tal o cual técnica le funcione y para eso nada mejor que probar distintos escenarios... o tener una cuenta bancaria abultada. Por alguna extraña razón, eso también funciona. Besotes!!!
Jajajja ¡Te has dado cuenta! Pensé que nadie lo haría. Me alegra saber que todavía hay gente que mantiene el gusto por los clásicos.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, lo importante al final es la persona y eso si que cuesta de encontrar!
Besos!!
¡¡¡Ni una alusión en todo un post-follarín a Bertín Osborne!!!¿Pero que locura es esta?
ResponderEliminar(jajaja)
un abrazo bertinosborniano!!!
Tortlon.
yo soy generación XXX...
ResponderEliminarJajaja ¡¡No me he acordado de él, Tortlon!! Claro, como se casó y se supone que está retirado... Habrá que pensar en hacerle el homenaje que se merece...
ResponderEliminarUn abrazo señor, un abrazo señor... ¡hasta la vistaaaaa!
Pues no se si soy de esa generación Jordi, pero me subo al carro igual :)
¡Gracias por la visita!
...traigo
ResponderEliminarecos
de
la
tarde
callada
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
COMPARTIENDO ILUSION
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE EXCALIBUR, DJANGO, MASTER AND COMMANDER, LEYENDAS DE PASIÓN, BAILANDO CON LOBOS, THE ARTIST, TITANIC…
José
Ramón...