Una noche más de fútbol que se acaba. Apenas unas horas antes, viejas glorias del Real Madrid y de un Manchester United que sin Cantona o Alex Ferguson es desconocido para el profano del deporte rey, se enfrentaban por una buena causa que ya he olvidado pero de seguro se podría haber resuelto con la mitad de la nómina de los que han pisado el césped. Nada que objetar. Yo posiblemente no hubiera levantado un dedo por una causa lejana cuando a pocos metros de mi casa hay bancos que aún no están en llamas.
Y hace unos minutos la selección española, la llamada a terminar con la crisis, a descabezar a la Merkel con un chut desviado de Sergio Ramos, media sus fuerzas, engrasaba la máquina y alguna que otra tópica metáfora más, contra la otra selección roja: la china. Curioso, un jugador chino es rojigualdo como la bandera. Quizás por eso se pueda entender como lógica la noticia de la que sibilinamente tuve conocimiento.
Me pregunto qué opinarán los últimos patriotas de que una competición española se juegue en suelo extranjero por un puñado de dólares como si de una ramera barata se tratara, porque además las cifras que se dan para la operación de "traslado" de la Supercopa de España a Pekín durante cinco años son ridículas. Pero bueno, ya todo el mundo sabía que el fútbol es así, que son once contra once y que si la Liga se llama BBVA es porque por mucho que se usen las enseñas nacionales al final todo es un negocio: España S.A. (además ruinoso)
Falta dinero dicen. Y se ha notado en los comentarios del mencionado partido donde escuchar a uno de los comentaristas me causó gran aprensión pues parecía que se ahogara con cada palabra que salía de su boca. No había nadie en toda Televisión Española con un Ventolín para aliviar a ese hombre. Llegó un momento en que ya no se le escuchó más. Me imagino que no por su fenecimiento sino porque saldría a beber un vaso de agua... Para no gustarme el fútbol he hablado demasiado de él. Ni siquiera he visto el partido, simplemente me llegaron sus ecos al balcón donde contemplo el firmamento nocturno.
La luna, preñada de luz sirve de guía a los mosquitos, que zumban como zeros kamikazes lanzándose irracionalmente sobre mis oídos haciendo de una apacible noche un Pearl Harbour caótico con manotazos a destiempo, picaduras a traición y una ensalada de gritos de confusión y ofuscación ante las tácticas de evasión de los cazas de seis patas y afilados picos que surcan el aire. Hace mucho calor.
Ya llegó el verano. No soy El Corte Inglés pero me veo con la autoridad moral suficiente como para poder declarar el cambio de una estación días antes de lo que los equinocios mandan. Va a ser un verano caliente, no solo por las temperaturas ni por los recortes en las faldas de las damas. Llega el verano del descontento, como anunciaba un periódico inglés hace no muchos estíos precisamente poco tiempo después de nacionalizar alguno de sus bancos. ¿Se convertirá el verano de nuestro descontento en un invierno deprimente con los guiris tostados al sol como convidados de piedra mientras la incertidumbre lo cubre todo con su manto de angustia? Nah, juega la selección.
Y quienes no estén observando el balón rodar, estarán en otras cosas como socializar en las redes sociales, competir por ver quién es más ingenioso, tratar de ser más chispeante que un refresco con gas para ganar... bueno, por algo lo harán. Debe ser el clima, pero últimamente mi timeline se ha llenado de chicas que se quejan del poco éxito que tienen con el sexo masculino, que proclaman lo necesitadas que están en un vano intento de calentar al personal; tácticas que a los veteranos de las trincheras del IRC causan una sonrisa de condescendencia, hacia unas y hacia los otros, los pagafantas digitales. Todos juntos hacen que mi timeline se haya convertido en una sucesión de lugares comunes repetidos hasta el hartazgo y salpicados por fortuna con escasas, demasiado escasas, fotos de las interfectas. Claro que la culpa es mia por tener un único criterio para seguir a alguien: que sea una chica y que enseñe carne.
Y mientras tanto, dicen que han encontrado un nuevo calendario maya que descarta el fin del mundo para este año. Mientras no descubran un informe económico con los principales indicadores en verde, seguiré pensando que el final de todo llegará el 21 de diciembre... o a principios de julio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario