Cuando no hay sitio en el infierno...
Trataba de alejarme a toda velocidad de una amable dependienta del Fnac, que minutos antes había intentado hacerme socio de la tienda por un módico precio, ayudada de sus poderosos encantos, cuando, escondido tras una estantería de la sección de comics, descubrí un voluminoso libro cuya portada rezaba Guerra mundial Z. La Z tenia toques de un humillo verdoso algo repugnante, así que de inmediato aquella tipografía extraña quedó asociada a los zombies.
Hojee brevemente el libro y, efectivamente, aquello iba de un apocalipsis en el que los muertos se negaban a reposar en sus tumbas, para mayor alegría de la compañía Ocaso.
Andaba escaso de tiempo y dinero, así que tuve que salir corriendo hacia otros quehaceres, con las manos vacías y el bolsillo repleto de monedas (aunque de lejos insuficiente para sufragar los 18 euros que costaba la obra)
Una vez en casa... bueno, busqué información sobre aquella "novela" con formato de entrevistas a los supervivientes del conflicto. Navegué tanto, tanto, que al final, no se como, tenia el libro en el escritorio de mi pc y, en fin, me lo leí en dos tardes.
La novela, o falso documental, como la han calificado muchos, está escrita por Max Brooks, hijo del celebérrimo Mel Brooks, inolvidable creador de El jovencito Frankenstein, Sillas de montar calientes y Spaceballs. El joven Brooks, antes del libro que nos ocupa, escribió, "The Zombie survival guide", una parodia de los manuales de supervivencia contra catástrofes, que tan buena acogida tienen en los USA. Como tamaña bizarrada, se vendió muy bien, vio que tenia un filón ante sus ojos y hacia el se lanzo como un forty-niner camino de California.
Nunca he sido un fanático del subgénero zombie, siempre asociado con el gore. En las últimas obras sobre el tema, quizás se ha rebajado un tanto la cantidad de vísceras y sangre, en detrimento de una mayor profundidad en las relaciones de los humanos que logran escapar de las garras de la muerte y en la exposición más detallada del desastre que supone para la sociedad. Sin embargo, WWZ me atrajo por el enfoque tan realista con el que está escrita.
Como dije antes, no existe una historia hilvanada de un principio al final, sino pequeñas historias contadas por sus protagonistas, de todo tipo de géneros: Terrorificas, épicas, técnicas, históricas... La disparidad de los personajes y la nacionalidad variada de estos, perfila de forma magistral lo que fue la gran guerra entre humanos y zombies. cuya fecha de inicio y final, así como el por qué comenzó todo, se mantiene en el misterio.
No solo los que gusten de ver cuerpos inertes gimiendo por las calles en busca de un cerebro caliente, disfrutarán de este libro. Lo más destacable es la descripción tan concisa que hace de la sociedad actual, de sus motivaciones y maneras de actuar.
Está extendido el tópico, en el subgénero, de que lo peor de una catástrofe así, no son los muertos vivientes, sino las personas. El ultimo exponente de esta corriente de pensamiento, es el comic "The walking dead", donde las mayores atrocidades las hacen los supervivientes. No es así en este libro, en el que nos encontramos con una vuelta a la mentalidad de la guerra fría, donde los enemigos están claramente definidos, no escondidos entre una multitud anónima que le sirve de disfraz para atacar.
Los "Zacks" se reconocen a simple vista, como el viejo enemigo ruso. Si, hay algún que otro renegado, pero al menos en este libro, no son más que meras anécdotas. Es irónico que una de las mayores derrotas humanas que narra Brooks, se deba al uso de la vieja doctrina militar de la guerra fría contra un enemigo que no se ajusta a las capacidades combativas que se espera de ellos.
Con todo, el libro peca del mismo fallo que todas y cada una de las historias sobre muertos vivientes. ¿Cómo el paciente cero, el que inicia el pandemónium, consigue crear una horda de zombies tan numerosa?
Brooks intenta explicarlo con tráfico ilegal de órganos y personas infectadas, y una vez que existen casos en medio mundo, a la ceguera de una sociedad que se deja engañar por sus dirigentes y la publicidad, que ve el problema como algo lejano que no va con ellos. Es en esta parte donde es inevitable que se te ericen los pelos, pues esta laxitud bien podría aplicarse a los momentos de crisis que vivimos. Por suerte, no hay ningún monstruo ahí fuera dispuesto a arrancarte las piernas. Bueno, quizás el cobrador del frac si lo enfadas mucho....
También hay aspectos de la guerra difusos, como la transición de los comienzos de la epidemia y el momento del gran pánico, cuando la gente se dio cuenta de que los zombies estaban en su vecindario.
Como toda contienda mundial, las historias y los hechos de la guerra que se tratan de pasada,son tantas, que bien podría haber una segunda parte detallando aún más el conflicto o una nueva "guerra". El dinero decidirá si la hay o no.
Si lo se, me duermo
Las tres de una tarde otoñal cualquiera. El viento enfría los ánimos de quienes se atreven a pasear por las calles. Hace un rato que he terminado de comer. Mi sistema circulatorio bombea sangre al estomago, para reducir los restos deglutidos de lo que antaño fue un alegre pollo, y la modorra se instala en mi consciencia como un okupa en una fábrica abandonada de Barcelona.
Podría echarme a dormir la siesta, pero la cama me rechaza. Bastante abuso de ella. Pongo La 2 dispuesto a ver algún documental sobre animales (Si, yo veo los documentales, hasta que empieza Gran Hermano. Más de una vez los confundo y no se qué estoy viendo)
No es la grácil figura de un antílope africano, la que brinca en la pantalla, sino una cara de sonrisa esculpida, gafas de pasta y cabello negro ensortijado. Entonces me pregunto ¿Ha estado Jordi Hurtado siempre ahí?
Aun recuerdo cuando, tras un prolongado descanso del éxito que le trajo Si lo sé no vengo, le pusieron al frente de Saber y ganar. Me alegré mucho de que abandonara el paro, porque me caía muy bien. Yo soy así de buena gente, me alegro de que alguien consiga trabajo, aunque no lo conozca de nada.
Me quedo mirando un rato a los concursantes, los cuales deben ganar una miseria, porque llevan decenas de programas y no les veo cubiertos de oro, como un cani sevillano. Al final me quedo dormido. Soy pedante pero no masoquista (no, no lo soy)
Cuando desperté, Jordi Hurtado seguía ahí; y ahí estará mientras a nadie le de por revisar el presupuesto y descubra lo que gasta en vaselina para los dientes.
Podría echarme a dormir la siesta, pero la cama me rechaza. Bastante abuso de ella. Pongo La 2 dispuesto a ver algún documental sobre animales (Si, yo veo los documentales, hasta que empieza Gran Hermano. Más de una vez los confundo y no se qué estoy viendo)
No es la grácil figura de un antílope africano, la que brinca en la pantalla, sino una cara de sonrisa esculpida, gafas de pasta y cabello negro ensortijado. Entonces me pregunto ¿Ha estado Jordi Hurtado siempre ahí?
Aun recuerdo cuando, tras un prolongado descanso del éxito que le trajo Si lo sé no vengo, le pusieron al frente de Saber y ganar. Me alegré mucho de que abandonara el paro, porque me caía muy bien. Yo soy así de buena gente, me alegro de que alguien consiga trabajo, aunque no lo conozca de nada.
Me quedo mirando un rato a los concursantes, los cuales deben ganar una miseria, porque llevan decenas de programas y no les veo cubiertos de oro, como un cani sevillano. Al final me quedo dormido. Soy pedante pero no masoquista (no, no lo soy)
Cuando desperté, Jordi Hurtado seguía ahí; y ahí estará mientras a nadie le de por revisar el presupuesto y descubra lo que gasta en vaselina para los dientes.
Tres reyes
Sudamerica nunca pasará de ser una nota al pie de la página de la historia mundial. Que nadie se ofenda, pero pocas cosas dignas de relevancia mundial han ocurrido allí. Lo cual tiene sus ventajas por otra parte.
Si algo sabiamos de su cultura es porque sus habitantes la han traído consigo. Es por eso que apenas sabíamos nada de su música, su cine, su televisión, su pintura... más allá de las películas de Cantinflas y las reposiciones de El Chavo del ocho y el Chapulin Colorado en el canal comunitario.
Llegó entonces internet y su misión universalizadora, y toneladas de información llamaron a nuestras puertas. Sobre todo y gracias a youtube, descubrimos su música. He aquí los mejores temas que dio la tierra de la revolución bolivariana. (PD: Para mi, Sudamérica empieza en la frontera de los USA con México)
Wilfred y la ganga - Mi abuela: Una anciana hispana con un nieto panameño. De ahí solo podia salir una cancion como esta, el primer rap en español de la historia. Recuerdo cuando pegó fuerte en Málaga. Casi todos los chavales cantabamos por la calle aquella mítica estrofa: "Aqui se come mierda y arroz con habichuelas". La abuela no rapeaba muy bien, todo hay que decirlo y por ello, no pude acercarme a un potaje, hasta la edad adulta.
La letra narra las desventuras del mencionado panameño con su abuela, como si de una historieta de Ibañez se tratara, regalandonos momentos míticos.
Gran exito de Wilfred, que posteriormente alcanzaria la fama inmortal con... bueno, pasemos al siguiente.
El Chombo - El gato volador: La música española suele tratar temas de desamor y celos, todos igual. Los que van de alternativos solo hablan de sexo, drogas y lo mala que es la sociedad (que original) sin embargo, nadie tiene el valor de coger algo tan absurdo como un gato que vuela y hacer de eso un megahit como este del grupo panameño El Chombo.
Para que luego digan que los de la Hora Chanante son originales. Años antes ya estaban los de El Chombo con esta canción que el mismo Dali hubiera incluido en su mp3 derretido. Una epopeya musical sobre un gato que se coló volando en casa de un tipo. A destacar la integridad ética y artistica del grupo, que en más de un momento critica a su propia canción. Ya podria aprender Amaral.
El Chombo - Chacarrón macarrón: Una constante en los videoclips, no solo del sur de America sino del resto del mundo, es la afluencia de mujeres con escasa y ajustada ropa, retorciendose como culebras para llamar la atención. Este video hace gala de este recurso para... bueno ya lo vereis.
Hubo un tiempo en que si escuchabas hablar a un infante sudamericano, te surgian dudas de si te estaba hablando un niño o un académico de la lengua, por el dominio del lenguaje que demostraba, lejos del "Tio", "¿Que pasa?" y demás. Esta canción es la prueba de que el castellano está en buenas manos. El tema habla sobre drogas, aunque cuando lo escucheis vereis que no hace falta que lo diga.
Si algo sabiamos de su cultura es porque sus habitantes la han traído consigo. Es por eso que apenas sabíamos nada de su música, su cine, su televisión, su pintura... más allá de las películas de Cantinflas y las reposiciones de El Chavo del ocho y el Chapulin Colorado en el canal comunitario.
Llegó entonces internet y su misión universalizadora, y toneladas de información llamaron a nuestras puertas. Sobre todo y gracias a youtube, descubrimos su música. He aquí los mejores temas que dio la tierra de la revolución bolivariana. (PD: Para mi, Sudamérica empieza en la frontera de los USA con México)
Wilfred y la ganga - Mi abuela: Una anciana hispana con un nieto panameño. De ahí solo podia salir una cancion como esta, el primer rap en español de la historia. Recuerdo cuando pegó fuerte en Málaga. Casi todos los chavales cantabamos por la calle aquella mítica estrofa: "Aqui se come mierda y arroz con habichuelas". La abuela no rapeaba muy bien, todo hay que decirlo y por ello, no pude acercarme a un potaje, hasta la edad adulta.
La letra narra las desventuras del mencionado panameño con su abuela, como si de una historieta de Ibañez se tratara, regalandonos momentos míticos.
Gran exito de Wilfred, que posteriormente alcanzaria la fama inmortal con... bueno, pasemos al siguiente.
El Chombo - El gato volador: La música española suele tratar temas de desamor y celos, todos igual. Los que van de alternativos solo hablan de sexo, drogas y lo mala que es la sociedad (que original) sin embargo, nadie tiene el valor de coger algo tan absurdo como un gato que vuela y hacer de eso un megahit como este del grupo panameño El Chombo.
Para que luego digan que los de la Hora Chanante son originales. Años antes ya estaban los de El Chombo con esta canción que el mismo Dali hubiera incluido en su mp3 derretido. Una epopeya musical sobre un gato que se coló volando en casa de un tipo. A destacar la integridad ética y artistica del grupo, que en más de un momento critica a su propia canción. Ya podria aprender Amaral.
El Chombo - Chacarrón macarrón: Una constante en los videoclips, no solo del sur de America sino del resto del mundo, es la afluencia de mujeres con escasa y ajustada ropa, retorciendose como culebras para llamar la atención. Este video hace gala de este recurso para... bueno ya lo vereis.
Hubo un tiempo en que si escuchabas hablar a un infante sudamericano, te surgian dudas de si te estaba hablando un niño o un académico de la lengua, por el dominio del lenguaje que demostraba, lejos del "Tio", "¿Que pasa?" y demás. Esta canción es la prueba de que el castellano está en buenas manos. El tema habla sobre drogas, aunque cuando lo escucheis vereis que no hace falta que lo diga.
Yo y el mundo
Hubo un tiempo en que las tardes eran coto privado de los niños. Los adultos debían alejarse de los televisores y dedicarse a otros menesteres como limpiar la casa o trabajar. Pero he aquí que llegó el paro masivo de la era Gonzalez, y el número de gentes ociosas delante de la caja tonta se disparó. Así pues, el territorio de los niños fue menguando hasta que solo quedó un pequeño foco de resistencia en la segunda cadena de Televisión Española.
Fue en una de sus tardes, cuando descubrí una de esas series, que sólo los americanos saben hacer: Yo y el mundo (Enseñando valores americanos desde 1993). La coletilla por supuesto es mía.
Excepto las series de afroamericanos, en las que se pretende hacer gracia mostrando a un blanco tonto o a una chica chasqueando los dedos mientras reclama la posesión de su hombre, las teleseries estadounidenses hasta mediados de los 90, siempre contenían algún tipo de reflexión moral, que hiciera que ya que habías desperdiciado media hora de tu vida, al menos aprendieras algo.
"Yo y el mundo" era una reflexion moral en si. Todos los capítulos giraban en torno a la educación del joven Corey Matthews, que se enfrentaba a situaciones que le hacían meditar y tomar el camino incorrecto, para ser posteriormente reprendido y llevado al buen camino, por sus padres o el elemento más pertubador de toda la serie: su profesor y vecino, el señor Finney.
Dicho sujeto, aparte de ser interpretado por el actor que puso la voz a Kitt, el coche fantástico, se dedicaba a perseguir a Corey a lo largo de toda su vida académica, cosa que solían hacer los griegos y que va en contra de los valores conservadores que propugna la serie.
Como en toda moraleja, el protagonista tenia un contrapunto gamberro y antisistema, en la persona de su mejor amigo, Shawn. Un chaval pobre que va en contra del mundo porque el peluquero no le corta bien las puntas, en el cual se reflejan las actitudes que un buen americano no debe adoptar nunca, como beber antes de cumplir los 21, destrozar el coche del profesor, saltarse las clases, dejar embarazada a la novia, perderse la superbowl...
Todo buen ciudadano, tiene su recompensa, y Corey la recibía de manos de Topanga Lawrence, compañera de colegio, que pasó de hippie puritana a calentadora andante. Que los pechos le crecieran más que la cabeza, fue lo que propicio el cambio de guión, así como el hecho de que toda una generación creciera viendo la serie. A medida que la edad de los telespectadores aumentaba, disminuía la cantidad de ropa que ocultaba las prietas carnes de Topanga, que terminaria casándose con Corey.
La serie consta de siete temporadas. En la primera de ellas, pusieron a un nerd repelente, pensando que seria el único, cuando la realidad es que no se libraba ni uno. No había nadie que inspirara otra cosa que no fuera desprecio, empezando por los padres puritanos, el vecino sabelotodo, la niña precoz, el hermano alelao... ¿Que por qué veía la serie? os estaréis preguntando...
Fue en una de sus tardes, cuando descubrí una de esas series, que sólo los americanos saben hacer: Yo y el mundo (Enseñando valores americanos desde 1993). La coletilla por supuesto es mía.
Excepto las series de afroamericanos, en las que se pretende hacer gracia mostrando a un blanco tonto o a una chica chasqueando los dedos mientras reclama la posesión de su hombre, las teleseries estadounidenses hasta mediados de los 90, siempre contenían algún tipo de reflexión moral, que hiciera que ya que habías desperdiciado media hora de tu vida, al menos aprendieras algo.
"Yo y el mundo" era una reflexion moral en si. Todos los capítulos giraban en torno a la educación del joven Corey Matthews, que se enfrentaba a situaciones que le hacían meditar y tomar el camino incorrecto, para ser posteriormente reprendido y llevado al buen camino, por sus padres o el elemento más pertubador de toda la serie: su profesor y vecino, el señor Finney.
Dicho sujeto, aparte de ser interpretado por el actor que puso la voz a Kitt, el coche fantástico, se dedicaba a perseguir a Corey a lo largo de toda su vida académica, cosa que solían hacer los griegos y que va en contra de los valores conservadores que propugna la serie.
Como en toda moraleja, el protagonista tenia un contrapunto gamberro y antisistema, en la persona de su mejor amigo, Shawn. Un chaval pobre que va en contra del mundo porque el peluquero no le corta bien las puntas, en el cual se reflejan las actitudes que un buen americano no debe adoptar nunca, como beber antes de cumplir los 21, destrozar el coche del profesor, saltarse las clases, dejar embarazada a la novia, perderse la superbowl...
Todo buen ciudadano, tiene su recompensa, y Corey la recibía de manos de Topanga Lawrence, compañera de colegio, que pasó de hippie puritana a calentadora andante. Que los pechos le crecieran más que la cabeza, fue lo que propicio el cambio de guión, así como el hecho de que toda una generación creciera viendo la serie. A medida que la edad de los telespectadores aumentaba, disminuía la cantidad de ropa que ocultaba las prietas carnes de Topanga, que terminaria casándose con Corey.
La serie consta de siete temporadas. En la primera de ellas, pusieron a un nerd repelente, pensando que seria el único, cuando la realidad es que no se libraba ni uno. No había nadie que inspirara otra cosa que no fuera desprecio, empezando por los padres puritanos, el vecino sabelotodo, la niña precoz, el hermano alelao... ¿Que por qué veía la serie? os estaréis preguntando...
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. Se precisa fisioterapeuta especializado en el tratamiento de piernas. Abstenerse asiáticos.
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