Decía Mankiewicz que el hogar está donde te llega la factura de la luz. En mi caso, y como los habituales de este tugurio sabréis, ese lugar mágico y carísimo se llama Fuengirola. En realidad es Los Boliches, claro, pero como voy a hablar de hechos no muy agradables, haré alusión a la metrópoli, causa y consecuencia de todo lo malo.
Para el guiri medio que un día, en su dúplex a las afueras de Helsinki, hojea una revista de variedades y se topa con un anuncio enumerando las bondades de la Costa del sol, Fuengirola no es más que un lugar soleado y más o menos limpio donde poder beber sangría, tostarse como un langostino y coger una salmonelosis. Sin embargo, sus calles cubiertas de chicles a medio quitar, los rincones oscuros donde no llega el aire fresco pero si los efluvios de la descomposición de la moralidad de sus habitantes y los residuos del chino "Gran Muralla", ocultan mucho más para quien esté dispuesto a mirar.
Permíteme que te guíe por esos lugares que esconden más de lo que aparentan, como el extracto de la VISA de un diputado.
Comenzamos por El 600 de Franco. Durante una de sus muchas visitas oficiales a la ciudad, sin contar las que hizo de incógnito como El Falangista Enmascarado, el generalísimo se sintió desfallecer mientras paseaba por la calle principal del pueblo saludando al pueblo que le vitoreaba, abrumado por las muestras de cariño y una indigestión que le sobrevino tras comerse una paella para 14 él solo y se tuvo que recostar en el 600 de Florián, el carnicero local y campeón regional de Fórmula Baturra (una competición de cuyo existencia apenas queda constancia). El alcalde, demócrata de toda la vida, lo hizo chapar en bronce y colocarlo en un lugar destacado en mitad de una rotonda que el caudillo inauguró en territorio de Los Boliches, para marcar aún más si cabe la humillación de la denigrante ocupación de sus tierras y para que las generaciones venideras pudieran admirarlo. Se dice que está vigilado 24 horas y si alguien intenta cruzar la carretera armado con un spray, un coche negro sin matricula atropella al infortunado vándalo - libertador y huye de la escena del crimen tocando la melodía de La cucaracha con el claxon.
Para poder salir de la playa a comer al chiringuito de al lado, los políticos presos deben pedir permiso al hamaquero y darle una propina de 20 euros. Si no están de vuelta a las 4 horas se enfrentan a graves castigos, como darle su tumbona a otro que si cumpla con la ley. Aunque con otros 20 euros se puede recuperar sin problemas. En temporada baja, a los presos se les permite visitar otro centro penitenciario establecido en Cancún, la temida cárcel - resort de Frijolito Cinco Estrellas, con condiciones aún más duras que en la península: les dan comida picante, el hielo de los cócteles demasiado picado y las prostitutas no hacen felaciones sin preservativo.
Solo se abre en las noches de luna llena siguiendo un mágico ritual que consiste en girar tres veces la peseta mientras se recita el canto, también mágico: Maghoc, Maghoc, Meriadogh, Periadoc.
Si se ha realizado correctamente, una compuerta se abre en la cara norte de la base de la estatua hacia unas escaleras que se adentran en las entrañas del averno. Aunque algunas fuentes sugieren que van a parar a los sótanos del chiringuito Paco Playa, con especialidad en espetos y paella, donde se realizan peleas de gallos ilegales, que cruzaron la frontera sin papeles.
Situado en la frontera entre la localidad histórica de Los Boliches y Fuengirola, este instituto, pionero en la implantación de los sistemas educativos más inútiles aprobados por el gobierno de la nación, como la olvidada PONSE, en el que las materias se impartían relinchando como caballos, es el único en España en, no solo educar a los alumnos, sino además ofrecer durante el horario lectivo una verdadera experiencia de rol presencial.
Bautizado en su inauguración como Instituto Felipe González, fue renombrado apenas un par de años después con el nombre del famoso instituto donde se desarrollaban las tramas de Al Salir de Clase.
El inspirador del cambio fue el director Enrique Buenaventura Sanjuán, gran fan de la serie, que tenia tatuado las caras de Turbo y el cantante enmascarado en cada nalga, aunque no es algo confirmado. Según se puede leer en los archivos del periódico escolar, se solía pasear por los pasillos del centro llamando a los alumnos por los nombres de los personajes de la serie. A Iñigo le tenia hasta los cojones y su insistencia en que Sócrates le grabara en video hizo que este abandonara los estudios no sin antes prender fuego a la sala de profesores.
Sanjuán fue apartado de su puesto tras una denuncia por parte de Carlota, que le acusó ante el juzgado nº 1 de Fuengirola de un delito de acoso. El nombre del instituto permaneció inalterado y los alumnos intentan en la actualidad proseguir su carrera en la Universidad de Ithaca.
En las fiestas de las Pascualares es tradición encaramarse a ella y pedir un deseo mientras se agarra sus graniteos pechos con fuerza. Tras darle un beso en el cuello se debe descender de un salto. Si el mozo cae mal y se hace un esguince, tendrá que pasar dos semanas escayolado. El deseo nunca se cumple porque, según dicen las chicas de la localidad: aún no ha nacido un tío que sepa tocar bien las tetas.
En la antigüedad, los habitantes de Fuengirola, que se decían descendientes de la loba que amamantó a un primo de Rómulo y Remo (y por loba hay que entender meretriz y por amamantar, que se lo zumbaba), asolaban la sierra en busca de mozas a las que raptar y llevar al pajar para posteriormente casarse con ellas. Se dice que les palpaban los pechos para elegirlas y de ahí viene esa costumbre. Deleznable, todo sea dicho.
Para el guiri medio que un día, en su dúplex a las afueras de Helsinki, hojea una revista de variedades y se topa con un anuncio enumerando las bondades de la Costa del sol, Fuengirola no es más que un lugar soleado y más o menos limpio donde poder beber sangría, tostarse como un langostino y coger una salmonelosis. Sin embargo, sus calles cubiertas de chicles a medio quitar, los rincones oscuros donde no llega el aire fresco pero si los efluvios de la descomposición de la moralidad de sus habitantes y los residuos del chino "Gran Muralla", ocultan mucho más para quien esté dispuesto a mirar.
Permíteme que te guíe por esos lugares que esconden más de lo que aparentan, como el extracto de la VISA de un diputado.
Comenzamos por El 600 de Franco. Durante una de sus muchas visitas oficiales a la ciudad, sin contar las que hizo de incógnito como El Falangista Enmascarado, el generalísimo se sintió desfallecer mientras paseaba por la calle principal del pueblo saludando al pueblo que le vitoreaba, abrumado por las muestras de cariño y una indigestión que le sobrevino tras comerse una paella para 14 él solo y se tuvo que recostar en el 600 de Florián, el carnicero local y campeón regional de Fórmula Baturra (una competición de cuyo existencia apenas queda constancia). El alcalde, demócrata de toda la vida, lo hizo chapar en bronce y colocarlo en un lugar destacado en mitad de una rotonda que el caudillo inauguró en territorio de Los Boliches, para marcar aún más si cabe la humillación de la denigrante ocupación de sus tierras y para que las generaciones venideras pudieran admirarlo. Se dice que está vigilado 24 horas y si alguien intenta cruzar la carretera armado con un spray, un coche negro sin matricula atropella al infortunado vándalo - libertador y huye de la escena del crimen tocando la melodía de La cucaracha con el claxon.
Intenté acercarme más para hacer la foto pero justo en ese momento se acercó un coche negro y el conductor me miró muy mal.
Tomando una calle cercana, nos acercamos al Paseo Marítimo y en él, la temida Playa Prisión Espeto-Meco II. Según el tratado Corcuera-Oreja del 92, firmado en secreto en el búnker de la Moncloa un día que fueron a jugar a pádel, a los presos militantes de formaciones políticas que por un error judicial han acabado en la cárcel se les permite veranear en la costa durante dos meses al año. Para ello se acondicionó un franja de litoral de 12 kilómetros, en los que el resto de la población tiene prohibido el acceso por su propia seguridad, rodeada de vallas, cámaras de vigilancia apuntando a la calle, un grupo de ciclados del Gimnasio local "Antorcha" protegiendo el perímetro y un cartel muy grande que dice "Por favor, no se escape" del que está prohibido hacer fotos.
Para poder salir de la playa a comer al chiringuito de al lado, los políticos presos deben pedir permiso al hamaquero y darle una propina de 20 euros. Si no están de vuelta a las 4 horas se enfrentan a graves castigos, como darle su tumbona a otro que si cumpla con la ley. Aunque con otros 20 euros se puede recuperar sin problemas. En temporada baja, a los presos se les permite visitar otro centro penitenciario establecido en Cancún, la temida cárcel - resort de Frijolito Cinco Estrellas, con condiciones aún más duras que en la península: les dan comida picante, el hielo de los cócteles demasiado picado y las prostitutas no hacen felaciones sin preservativo.
Vista general de la entrada a la Playa prisión con el módulo de ingreso a la derecha. Por ser temporada baja se encuentra vacía.
El paseo que lleva al recinto enrejado se encuentra perlado de estatuas de oscura simbología, como La Peseta Masona. Diseñada y esculpida por el poderoso mago Merín con los restos de una de las bombas atómicas que cayeron en Palomares, este encargo de la alcaldesa de la ciudad en los 90, Tetrarca Lekav, como regalo a la logia masónica del Alto Ciprés asentada en la localidad, es más que un colorido y abrumador homenaje a la antigua moneda que rigió la vida de todos los españoles. Tras sus afiladas formas y la cara de pan del antiguo monarca, se esconde ni más ni menos que la puerta secreta al templo de los masones en el pueblo.
Solo se abre en las noches de luna llena siguiendo un mágico ritual que consiste en girar tres veces la peseta mientras se recita el canto, también mágico: Maghoc, Maghoc, Meriadogh, Periadoc.
Si se ha realizado correctamente, una compuerta se abre en la cara norte de la base de la estatua hacia unas escaleras que se adentran en las entrañas del averno. Aunque algunas fuentes sugieren que van a parar a los sótanos del chiringuito Paco Playa, con especialidad en espetos y paella, donde se realizan peleas de gallos ilegales, que cruzaron la frontera sin papeles.
Si se fija uno bien, se puede ver cómo de la pata derecha del monumento asoma el rabo de un presumible masón. Y cuando digo rabo me refiero al que sale del coxis, vaya.
Esta parte de la ciudad fue un segundo hogar para mi, especialmente durante los años de instituto, en los que decidí que la vida tenía un método pedagógico más atractivo que los profesores de El Instituto Siete Robles. Hogar de la organización criminal: La mano negra, que aterrorizó a toda una generación de estudiantes en los años 90.
Situado en la frontera entre la localidad histórica de Los Boliches y Fuengirola, este instituto, pionero en la implantación de los sistemas educativos más inútiles aprobados por el gobierno de la nación, como la olvidada PONSE, en el que las materias se impartían relinchando como caballos, es el único en España en, no solo educar a los alumnos, sino además ofrecer durante el horario lectivo una verdadera experiencia de rol presencial.
Bautizado en su inauguración como Instituto Felipe González, fue renombrado apenas un par de años después con el nombre del famoso instituto donde se desarrollaban las tramas de Al Salir de Clase.
El inspirador del cambio fue el director Enrique Buenaventura Sanjuán, gran fan de la serie, que tenia tatuado las caras de Turbo y el cantante enmascarado en cada nalga, aunque no es algo confirmado. Según se puede leer en los archivos del periódico escolar, se solía pasear por los pasillos del centro llamando a los alumnos por los nombres de los personajes de la serie. A Iñigo le tenia hasta los cojones y su insistencia en que Sócrates le grabara en video hizo que este abandonara los estudios no sin antes prender fuego a la sala de profesores.
Sanjuán fue apartado de su puesto tras una denuncia por parte de Carlota, que le acusó ante el juzgado nº 1 de Fuengirola de un delito de acoso. El nombre del instituto permaneció inalterado y los alumnos intentan en la actualidad proseguir su carrera en la Universidad de Ithaca.
Un sitio aterrador. En sus aulas me declaré a no menos de tres profesoras de francés. Ninguna me hizo caso.
Finalizamos esta primera parte volviendo de nuevo al paseo para deleitarnos con las formas de La ninfa del amor: Otra estatua del misterioso y pluriempleado mago Merín que representa a su novia a punto de colocarse el DIU con forma de paloma, en una inteligente metáfora del artista. Cuenta la leyenda que la pareja que se bese bajo sus desnudos pechos será feliz por siempre jamás y en el divorcio se dividirán los bienes de forma equitativa y sin discusiones.
En las fiestas de las Pascualares es tradición encaramarse a ella y pedir un deseo mientras se agarra sus graniteos pechos con fuerza. Tras darle un beso en el cuello se debe descender de un salto. Si el mozo cae mal y se hace un esguince, tendrá que pasar dos semanas escayolado. El deseo nunca se cumple porque, según dicen las chicas de la localidad: aún no ha nacido un tío que sepa tocar bien las tetas.
En la antigüedad, los habitantes de Fuengirola, que se decían descendientes de la loba que amamantó a un primo de Rómulo y Remo (y por loba hay que entender meretriz y por amamantar, que se lo zumbaba), asolaban la sierra en busca de mozas a las que raptar y llevar al pajar para posteriormente casarse con ellas. Se dice que les palpaban los pechos para elegirlas y de ahí viene esa costumbre. Deleznable, todo sea dicho.
He salido con mujeres más frías que esta.