Para todos aquellos que no hayan pasado el día interesados en las desventuras de los habitantes de Gran Hermano o en permanecer hipnotizados ante la calva del (valga la redundancia) calvo de Está pasando, la de hoy será una jornada difícil de olvidar.
Cuatrocientos treinta y tres hombres y mujeres de una nación denostada, criticada por todos, odiada hasta la saciedad, votaban el futuro del sistema económico mundial. Un auténtico robo a los contribuyentes que representan, una ayuda a aquellos que han fracasado en su trabajo, cosas todas que van en contra del espíritu americano, tan dado a idolatrar al triunfador e ignorar al perdedor. (Aquí es todo lo contrario; para muestra, toda la cinematografía nacional)
Hoy los miembros del congreso dieron una lección de DEMOCRACIA, así con mayúsculas, a todos los decadentes europeos, con su snobismo y su acartonada superioridad moral. Nadie en este lado del Atlántico daba un duro por la negación del proyecto de rescate de la banca. El ser humano, incluso el más multicultural, tiende a extrapolar su comportamiento en los demás. Piensa el ladrón que todos son de su condición, como bien apunta el refranero nacional.
En España, la disciplina de partido impera en gobierno y oposición. Sólo de forma anecdótica se sale alguien del tiesto. Hoy, a las 20 horas aproximadamente, 94 demócratas y 132 republicanos, yendo en contra del presidente, perteneciente a su partido, votaron en contra de repartir el dinero de los contribuyentes entre un grupo de altos ejecutivos, para que pudieran continuar con su ineptitud. Los responsables no están sólo ahí (de hecho nadie escapa de culpa) pero dejar que el libre mercado siga su curso al menos significa ser consecuente con sus ideas, aunque las elecciones de Noviembre hayan sido el acicate que los congresistas necesitaban para oponerse al discurso apocalíptico de Bush, Paulson y Bernanke. Y es que aquellos políticos si que tienen que responder ante sus ciudadanos, pues son ellos los que los eligen, no el aparato del partido.
Pero posiblemente la actuación más memorable sea la protagonizada por el candidato demócrata a la presidencia y su llamamiento para que se apruebe el plan. Obama fue pillado a contrapie y como en un episodio de Scooby Doo, el partido republicano le piso la sábana populista que cubría su achocolatada tez y dejó al descubierto a un miembro más de la elite de Washington, que cena en restaurantes caros y ni siquiera se mezcla con la trabajadora que cuida de sus niños. Resultó que tras el hombre, habia un fantasma. McCain... bueno, nadie preguntó por él. Es lo mejor que se puede decir.
La votación se repetirá. Se iniciarán contactos de todo tipo, tráfico de influencias y presiones hacia los congresistas y al final puede que salga aprobado; pero ya no será tan fácil hacérselo tragar al pueblo americano. El gobierno lo sabe y quizás por eso, desplegarán en breve unidades de combate en el país, pero mientras tanto, la incertidumbre se cierne sobre un mundo en el que planea el espíritu del 29 y su sangriento climax de una década después.
Cuatrocientos treinta y tres hombres y mujeres de una nación denostada, criticada por todos, odiada hasta la saciedad, votaban el futuro del sistema económico mundial. Un auténtico robo a los contribuyentes que representan, una ayuda a aquellos que han fracasado en su trabajo, cosas todas que van en contra del espíritu americano, tan dado a idolatrar al triunfador e ignorar al perdedor. (Aquí es todo lo contrario; para muestra, toda la cinematografía nacional)
Hoy los miembros del congreso dieron una lección de DEMOCRACIA, así con mayúsculas, a todos los decadentes europeos, con su snobismo y su acartonada superioridad moral. Nadie en este lado del Atlántico daba un duro por la negación del proyecto de rescate de la banca. El ser humano, incluso el más multicultural, tiende a extrapolar su comportamiento en los demás. Piensa el ladrón que todos son de su condición, como bien apunta el refranero nacional.
En España, la disciplina de partido impera en gobierno y oposición. Sólo de forma anecdótica se sale alguien del tiesto. Hoy, a las 20 horas aproximadamente, 94 demócratas y 132 republicanos, yendo en contra del presidente, perteneciente a su partido, votaron en contra de repartir el dinero de los contribuyentes entre un grupo de altos ejecutivos, para que pudieran continuar con su ineptitud. Los responsables no están sólo ahí (de hecho nadie escapa de culpa) pero dejar que el libre mercado siga su curso al menos significa ser consecuente con sus ideas, aunque las elecciones de Noviembre hayan sido el acicate que los congresistas necesitaban para oponerse al discurso apocalíptico de Bush, Paulson y Bernanke. Y es que aquellos políticos si que tienen que responder ante sus ciudadanos, pues son ellos los que los eligen, no el aparato del partido.
Pero posiblemente la actuación más memorable sea la protagonizada por el candidato demócrata a la presidencia y su llamamiento para que se apruebe el plan. Obama fue pillado a contrapie y como en un episodio de Scooby Doo, el partido republicano le piso la sábana populista que cubría su achocolatada tez y dejó al descubierto a un miembro más de la elite de Washington, que cena en restaurantes caros y ni siquiera se mezcla con la trabajadora que cuida de sus niños. Resultó que tras el hombre, habia un fantasma. McCain... bueno, nadie preguntó por él. Es lo mejor que se puede decir.
La votación se repetirá. Se iniciarán contactos de todo tipo, tráfico de influencias y presiones hacia los congresistas y al final puede que salga aprobado; pero ya no será tan fácil hacérselo tragar al pueblo americano. El gobierno lo sabe y quizás por eso, desplegarán en breve unidades de combate en el país, pero mientras tanto, la incertidumbre se cierne sobre un mundo en el que planea el espíritu del 29 y su sangriento climax de una década después.