Ábrete un blog

Este es el grito de guerra que centenares, cuando no miles, de usuarios exclaman a los cuatro vientos desde que se pusieron de moda los "hilos" en Twitter. Por si eres una persona normal que no usa la red social del pajarito azul más que para hacer fav a las fotos de las tetas o el pene de unos pobres diablos necesitados de atención, explicar que un hilo es una sucesión de tuits que explican cosas, muy interesantes, pese a lo que pudiera parecer. Al menos así lo eran los que me he encontrado yo.
El problema es el propio formato de los mensajes, limitado por los sempiternos 140 caracteres, que impiden desarrollar cualquier tema. Están muy bien para explicar el chiste del perro Mistetas o cagarte en la gens del patricio de turno, pero no para compartir pensamientos más complejos. Por ello, quien quiera enterarse de toda la historia, tiene que ir haciendo scroll y esquivando comentarios de otros usuarios y las respuestas del autor a estos. Además, si usas alguna aplicación ajena a Twitter, como Tweetdeck en mi caso, el número de tuits de un hilo que muestra es limitado, teniendo que recurrir al inexacto truco de volver a pinchar en el último mensaje para que Tweetdeck lo tome como el primero y se puedan ver los que van a continuación. Yo no sé vosotros pero solo con escribir esto ya me han dado ganas de mandar a paseo a quien se atreva a abrir un hilo. Pero no les recomendaré que se abran un blog.

Los tiempos en que cada persona tenía una ventana escrita al mundo terminaron con el auge de las redes sociales. Leer no interesa a nadie, demostrar a los demás lo bien que nos va la vida es prioritario, y de la unión bastarda de ambos conceptos nació el éxito de Instagram o Youtube, por decir algunos. El usuario medio de Internet tiene alergia al hipertexto. Es ver un enlace a una web en Twitter o Facebook y torcer el morro en un gesto de ascopena que no desaparece hasta que en la pantalla de su smartphone aparece una foto de su influencer favorita poniendo morritos o anunciando una marca a la que no podrían aspirar ni aunque prostituyeran a su gato.

Ver fotos en un móvil es orgánico, como los espárragos de la huerta del tío Ambrosio, pero leer, aunque sea un párrafo, no. La gente ya no usa ordenadores en su tiempo libre más que para descargar películas o masturbarse, porque la pantalla es más grande y se ve todo mejor. Y también porque es más... agradable tener las dos manos libres. Por ello, en parte, el éxito de Twitter, cuya interfaz se ajusta a las pantallas móviles como un guante.

Pero sobre todo, y quizá la razón primera, del éxito de los hilos y la muerte continuada de los blogs, es que a poco que escribas cuatro chorradas en Twitter ya tendrás centenares de seguidores a los que puede llegar, potencialmente tu mensaje, mientras que hay toda una generación de analfabetos que nacieron después de que la estrella de los blogs se apagara y no saben ni lo que son. En mi cuenta de Twitter oficial tengo casi 600 seguidores, muchos de ellos vendedores de alfombras, pero son 600. En mi blog oficial, solo me leen cuatro gatos; los mejores cuatro gatos que se pueda tener, gatos persas de pelaje sedoso y ojos grandes y brillantes, pero cuatro, al fin y al cabo.

Por ello, creo que los hilos seguirán ahí dando por saco hasta que Twitter quiebre o la humanidad se comunique exclusivamente a base de imágenes. Cuando se publique el primer hilo sin texto, únicamente con gifs animados, sabremos que hemos llegado a una nueva era, la de los gilipollas.
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