Mensaje navideño del Dr. Moriarty

Queridos seguidores, amigos, fans de Susana Griso y administradores de Google, como cada año me dirijo a vosotros en estas señaladas fechas, para compartir la alegría y la dicha de las mismas con vosotros que me queréis (o al menos lo hacéis en mis sueños). Parece que fue ayer cuando superamos el fin del mundo. Al final Godzilla no hizo aparición y no fue necesario correr desnudo por las calles predicando el evidente apocalípsis, lo que me lleva a arrepentirme de haber vendido toda mi ropa. Por suerte, o gracias al cambio climático, la temperatura que hace por estos lares es más que agradable y mis posaderas no están sufriendo los latigazos del general invierno, que siempre por el sur de España no ha pasado de soldado chusquero.

Nunca se me dieron bien los anuncios institucionales. El último que escribí fue para Urdangarín y creo que se lo revendió a alguien que fue inmediatamente despedido, así que no me enrollaré mucho para desearos una ¡Feliz Navidad! y un prospero año nuevo en el que con suerte nuestros amos alemanes nos subirán la cantidad de arroz que tomemos para la cena. Para rememorar el inicio de esta nueva era que al final era lo que pregonaban los mayas cuando no están intentando venderte baratijas a precio de oro, he creado una pequeña felicitación interactiva que podréis descargar aquí:

http://www.mediafire.com/?y6dd122m0cld43t
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El Núcleo

El final se acerca y como hecho significativo de relativa importancia para la historia, la industria del cine ha imaginado el último acto de la humanidad en multitud de ocasiones, representado en forma de pandemias, guerras, revueltas sociales, catástrofes naturales y espaciales, invasiones alienígenas, falta de abastecimiento de Panteras Rosa y muchas otras causas más. El ser humano, dado a autoinfligirse dolor, ya sea cotizando a la seguridad social o viendo películas de terror, devoró estos films con fruición durante décadas hasta que se cansó.

El mercado se saturó con películas de asteroides asesinos, la guerra nuclear estaba muy trillada y además no se correspondía con la época de distensión mundial que se respiraba tras la caída de la Unión Soviética y el cambio climático, de moda a mediados de los 90 hubiera sido muy lento de rodar, aunque luego llegaría Roland Emmerich y su mano derecha Joseph Porro (al que nombro por su gracioso apellido) y se pasaría por el forro las leyes naturales en "El día de mañana" con una glaciación que cubre el hemisferio norte en días o semanas, no se, estaba todo seco, aparte la mirada para mirar los pechos de mi compañera de butaca y al levantar la vista hacia la pantalla los pingüinos llevaban ya abrigo. Había que buscar nuevas amenazas, a ser posible circunscritas a nuestro planeta puesto que los alienigenas ya no podían ser metáfora del ejército rojo. El separatismo catalán como apocalipsis quedaba un poco descafeinado, así que las mentes pensantes de Hollywood pensaron y pensaron, mientras editaban catástrofes menores como "Volcano" o "Un pueblo llamado Dante´s Peak", hasta que algún lumbreras dijo: ¿Y si hacemos que el núcleo de la Tierra se pare?. "No me gusta la idea de meter a los hombres-topo", diría uno. "¿Cómo? ¿La Tierra tiene un núcleo?", preguntaría el productor, pero todas las dudas quedarían ocultas tras un manto de promesas de ciudades destruidas que ofrecería la película apocalíptica de la semana: "El Núcleo", el Armaggedon de los mineros.

"El Núcleo" presenta todos los tópicos habidos y por haber del cine de catástrofes mundiales, empezando por la historia. El gobierno americano, incompetente como él solo, hace que el núcleo del planeta se detenga. Los primeros en notar los efectos son los tripulantes de un transbordador espacial que al reentrar en la atmósfera terrestre se dan cuenta de que los instrumentos les han engañado, como Rajoy a todo el mundo, y en lugar de estar enfilando algún aeropuerto o donde quiera que aterrizan los transbordadores, se encuentran esquivando los edificios de una gran ciudad en uno de cuyos puentes terminarán aterrizando con buena fortuna y una gran labor de sus pilotos.

El modus operandi del gobierno ante situaciones de gran peligro es siempre el mismo: reunir un equipo de gente que no trabaja para el gobierno, porque en los USA los buenos profesionales no trabajan para el estado. Por suerte en España ni pinchamos ni cortamos a la hora de resolver nada porque de seguro el gobierno de turno subcontrataría la salvación del mundo a la empresa de algún familiar. Para ello contactan con un heterodoxo equipo formado por los mencionados astronautas que salvaron el transbordador, que pilotarán hacia el centro de la Tierra una nave construida por un negro que no es el de Matrix ni el de Pulp Fiction, que irá guiado por un sistema de visionado a través de la piedra diseñado por el Harvey Dent de "El Caballero Oscuro", que a su vez es rival y antiguo amigo del engolado asesor del presidente que busca pasar a la posteridad como salvador del mundo, a ver si así deja de dormir solo. Para que la gente no se entere de lo que pasa, un hacker que más bien parece un duende de Santa Claus después de pasar por la "rueda" de la inquisición. Si caen rayos sobre Roma destrozando monumentos milenarios, se le echa la culpa a Berlusconi y nadie preguntará nada más.

El desarrollo quedará claro para todo aquel familiarizado con los cánones establecidos. El primero en morir será el piloto macho que es el que tiene menos minutos desde el primer minuto de metraje, el negro la palmará de forma absurda, el ególatra del gobierno se sacrificará heróicamente y la astronauta hembra se enamorará perdidamente de Harvey Dent que salvará el día con unos pepinos atómicos, recuperando de paso parte de la inversión en la industria armamentística. El hacker al final enviará toda la historia a los cibercafés del mundo después de bajarse un par de películas porno. Y entre medias, un homenaje a "Viaje al centro de la tierra" de SuperLópez, con una visita a un valle con diamantes del tamaño de rascacielos que harían morir de placer a una mujer.
No diré que esta película sea mala, pero si el mundo se acaba antes de que la veáis, no os perderéis nada.


Elegidos para la gloria... Me acabo de dar cuenta de que me olvidé de un personaje. Así sería...
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Cosas que hacer antes de morir

Bien, el mundo se va a acabar. Lo dijeron los mayas, lo dijo el señor barbudo de Cuarto Milenio y lo dijo la Fox, así que debe ser verdad. Por ello, para celebrar que todo esto que llamamos vida se termina he decidido celebrar la "Semana del apocalipsis" (como homenaje al Corte Inglés que durante mucho tiempo salvó del armaggedon al estado) Para que lo último que se diga de mi no sea: "Siempre daba los buenos días pero no actualizaba nunca", nos iremos de este mundo juntos actualizando todas las jornadas que quedan hasta la fatídica fecha. De la calidad de los posts ya si que no me hago responsable.

Y comienzo con esta lista de cosas que hacer antes de recibir el dulce y frío beso de la parca. Todo el mundo tiene una de estas, aunque sea para suplir la falta de creatividad producida por una sobredosis de azúcar y mantecados revenidos del Mercadona.

. Vender un libro: solo uno, vaya, un ejemplar. Me conformo con poco. Vale que todavía tengo que terminarlo pero eso no son más que pequeños detalles.

.Retirarme de la vida activa en el Canadá: si Dante hubiera visitado España la hubiera colocado como el 10º anillo de su infierno particular, además gobernado con mano de hierro por Jean Claude Van Damme; por ello no es de extrañar que todo aquel que tenga la posibilidad, quiera huir de este país como alma que lleva el diablo para no volver jamás, por mucho que digan los charcuteros. Hasta ahora solo conozco un país lo suficiente a fondo como para elegirlo como lugar de residencia, y ese es el vecino norteño de los USA. Las razones son muchas y desde luego entre ellas no se encuentra el clima, ni la tortilla de patatas.

. Hacer un Pretty woman en una librería: y no me refiero a ofrecerle mis servicios a la dependienta sino en comprar todo lo que se me antojara sin pensar en mi exangüe presupuesto. Para alguien como yo que sufre el síndrome de Stendhal solo con entrar en un Fnac, podría significar la muerte.

. Volar: no en avión, que ya lo he hecho, ni en parapente, que no lo voy a hacer, sino volar a lo Bola de dragón, siempre arriba, tú y yo lucharemos los dos, y apretar las nalgas e ir más rápido. Sentirme libre de la tiranía de la gravedad y poder de paso hacer scoting sin riesgo para mi integridad.

. Comer croquetas hasta caer muerto: solo se me ocurre una forma mejor de morir y también intervienen las croquetas. Lo malo es que en el Canadá no conocen este manjar, por lo que si no quiero verme en la tesitura de tener que elegir entre estas dos "opciones" no me queda otra que....

. Dominar el arte de hacer croquetas

. Leer todos los cómics de Mortadelo y Filemón: no me importa que se repitan los mismos gags  e incluso viñetas recicladas desde hace decenas de números. Tengo tan poco criterio que siempre me hacen gracia. Por suerte llevo la colección más o menos al día y, cruzo los dedos, pero creo que Ibañez, dios no lo quiera, morirá antes que el que os escribe así que es de las pocas cosas que podré cumplir, tristemente.

. Poder echar a alguien al grito de "Este, a la puta calle": Gil y Gil fue un modelo a seguir, no digo que bueno, pero ahí está para los historiadores del futuro como un... hombre de gran personalidad, ambición y abundantes cuentas en Suiza. En siglos seguro que se convierte en el patrón de los políticos. Sus exabruptos se cuentan por decenas y en su época fueron ampliamente imitados especialmente esta chulesca manera de echar a personas incómodas que tenía alrededor y que solían repetir a veces en "Al ataque".

. Dirigir un periódico: casi que es más probable lo de volar dado la situación de la industria periodística.

. Impartir justicia: pero no como esos pseudojueces de los programas de Tele 5, no, a lo Charles Bronson, con una magnum 45 y un cargamento de balas suficiente para acabar con tanto gilipollas suelto. Primero iría a por banqueros y politicos. Más tarde, a por los modernos, a los que haría ver la filmografia completa de Pajares y Esteso, con los ojos abiertos con pinzas, a lo naranja mecánica.

. Dejarme los brazos haciendo kayak:  se entiende que no tengo ningún interés en deshacerme de mis extremidades superiores sino en poder darle a los remos de un kayak en un río salvaje que atraviese alguna selva misteriosa.

. Conducir un tanque: y destruir cosas claro, si no, vaya  gracia.

. Entender a las mujeres: me quedan 5 créditos y una asignatura de libre configuración así que creo que de septiembre no pasa.

. Recorrer una playa de punta a punta haciendo la croqueta: una de esas cosas absurdas que todo el mundo ha hecho alguna vez en un momento de borrachera máxima. Igual debería comenzar a beber.

. Disfrazarme de Mr. T: Me queda el peinado, los collares de oro, los músculos y ser negro, pero la actitud la tengo.

. Ganar un premio Nóbel: me da igual la rama. El de la paz mismo que parece que lo regalan.
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Resident Evil Retribution

Cuando apareció el videojuego Resident Evil, no captó demasiado mi atención. El género zombi estaba hasta ese momento representado por subproductos de serie B y las películas de Romero, por lo que si no te movías en ese mundillo o no conocías al susodicho, los muertos vivientes no dejaban de ser un miembro más del panteón de monstruos de pesadilla infantil junto con Drácula o la momia.

Además el juego de Capcom se ganó las loas de la generación Playstation, abanderados de la revolución cani que acabaría con la cultura y los videojuegos y gracias a los cuales podremos "disfrutar" de Fifa 2321 y Call of Duty Back to the future warfare; un grupo de gente que desconocían que antes que los miembros de STARS hubo un detective que exploró una mansión llamada Derceto y que con un puñado de polígonos planos y unos movimientos que imitaban a Chiquito de la calzada, soltaba intestinos con sustos medidos milimetricamente y una ambientación opresiva. Nada de lo que ellos alabaran podía ser bueno.

Con el éxito de las secuelas de R.E. llegaron las inevitables adaptaciones a la gran pantalla. Y los fans al verlas vomitaron bilis y perdieron la cabeza ante tamaña traición al espíritu del juego (que irónicamente acabaría traicionandose a sí mismo) No seré yo quien defienda las películas de Paul Anderson, que si bien del juego original tomaba algunos elementos y poco más, eran un producto más o menos entretenido con los que al menos nos llevábamos el ver a la Jovovich realizando sensuales acrobacias.

Las continuaciones, tanto del videojuego como de la película, continuaron saliendo, apreciándose cierta convergencia entre ambos medios, hasta llegar a la última entrega cinematográfica, en la que se puede decir que ambas tramas se han unido. No en vano el lanzamiento de Resident Evil 6 y Resident Evil Retribution (el último film de la saga por el momento) ha sido casi simultáneo.

¿Y cómo lo han hecho? Se estarán preguntando los escépticos y los conocedores de las teorías narrativas. Muy fácil... no lo se. R.E. Retribution comienza con un par de minutos de continuación a lo que ocurría al final de la anterior entrega (que ya se pasaba por el forro su propia historia) para que veamos como "Tetitas dulces" Jovovich es capturada por Umbrella y bueno... ahí empieza de cero la historia, en uno de los reboots más extraños y desconcertantes que hayan presenciado estos ojos que os miran mientras os ducháis desnudas.

De pronto comienzan a aparecer personajes que habían muerto, otros vuelven desde el más profundo olvido, antiguos enemigos se convierten en aliados por amor al arte, aparecen enemigos de la nada... y es que realizar una cronología de los hechos acaecidos en el universo R.E. es tan descorazonador e ilógico como hacer el árbol genealógico de los Iglesias.

"Retribution" ha conseguido lo imposible, que alguien que visionó de principio a fin "El árbol de la vida" sin decir ni pío, exclame un sonoro "Vaya mierda" tras ver todo el metraje. En esta ocasión (quizás nunca) no se salvan ni los efectos especiales, que digo yo que ya lo de "especiales" empieza a sobrar. La película es una excusa para sacarle el dinero a la gente con el uso del 3D, el nuevo dios pendenciero de Paul Anderson a quien si no dedica un 80% de los planos, castigará con una reducción de su miembro viril por su falta de fe. Esto hace que ver la película sin las gafas de marras se haga bastante raro, con elementos que chocan por su cutrez como las salpicaduras de sangre o los torrentes de agua creados por ordenador para que parezca que te van a limpiar la cara.

Y si después de esto queda alguien que piense: "Bueno, si la historia es buena..." Solo decir dos cosas: una, la película se puede ver en chino. Te enteras igual porque no es más que un videoclip mastodóntico con las escenas de acción ralentizadas para que te recrees con los estilizados cuerpos de las chavalas protagonistas y dos, salen zombis, disparando, aunque con mala puntería (quizás porque son rusos) y lo mejor de todo, haciendo acrobacias en moto. Ah, y León Kennedy tiene cara de tonto.


Bad dressed, bad dressed, watcha gonna do, watcha gonna do when the Fashion Police come for you?
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