Hola, hola, hola ¿qué tal?

Cada vez que alguien recupera del olvido un vídeo de "La bola de cristal", no falta quien lance loas a la transgresión del programa y a como hizo de toda una generación de chavales maleables, personas críticas con el sistema, capaces de pensar por si mismos, inmunes a la manipulación y que, en definitiva molan más que nadie.

A esa autocomplacencia le sigue una crítica inmisericorde a las nuevas generaciones, pobres desgraciados que no tuvieron nuestra suerte y cuyo modelo a seguir es una esponja que vive ahí abajo en el fondo del mar y por los que hay que sentir lástima puesto que ellos no han tenido la oportunidad de abrir sus mentes como tuvimos nosotros.

Cada vez que leo esos comentarios me pregunto si es para tanto. Al fin y al cabo "La Bola..." siempre me ha parecido un sitio donde Pablo Carbonell podía tocar sus temas sin miedo a que le tiraran al río del pueblo; además, donde ahora encontramos soflamas marxistas y una crítica directa al capitalismo, no creo que nadie viera en aquel entonces más que unos muñecos repulsivos y siniestros que hablaban raro, como en "El planeta imaginario" solo que algo más ameno gracias a las reposiciones de "La Familia Monsters", que paradójicamente daban menos miedo que los electroduendes.

Tal vez es lo que buscaban los ideólogos del programa, la asociación del miedo a esos marionetas de látex con los mensajes revolucionarios que preconizaban, creando toda una generación cuya máxima aspiración es hacerse funcionario y vivir del estado sin preocupaciones el resto de sus días mientras se venden al capital en forma de Playstation. Gente que no se mueve ante la privación paulatina de derechos, ni las injusticias, pues su única rebeldía es sentirse conscientes de la situación al contrario que los otros, que se refocilan en su ignorancia. Una conspiración que ríete tú del Club Bilderberg.
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2 comentarios:

  1. Pues si que eran desagradables los electroduendes, si; que espacio más desaprovechado.

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  2. Durante mucho tiempo pensé que Alaska era uno de ellos. Y mira que en aquella época no tenía tanto plástico encima como ahora.

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