Oido en la puerta del club de tenis local

A mi me dice mi marido: ¿Cómo te lo hago, despacito o rápido?
 
En un corrillo de señoras, una de ellas no dudaba en exclamar sin la menor muestra de reparo o decoro, semejantes palabras capaces de excitar la imaginación de cualquier pobre mancebo que caminara junto a ellas con el simple propósito de machacar su cuerpo en un cercano parque.

Quien sabe si se refería a clavar un clavo, en la definición formal de la expresión, o la forma en que la empuja en los columpios, también formalmente, pero yo entendí lo que entendí, sobre todo por las risitas cómplices a medio tono con la que fue recogida la ocurrencia por sus amigas, que trataban de cubrir su sonrisa con el anverso de la mano, como hacen todas las damas adineradas cuando se ven ante una picardía que sería abiertamente inadmisible en su círculo social.

No me quedé a conocer la respuesta, pero con semejante afirmación está claro que ella está con él por el dinero, pues todo el mundo sabe que primero es despacito y luego rápido hasta que aguantes (a no ser que tenga la espalda demasiado tensa, con lo cual es mejor empezar el masaje con rapidez y contundencia), y si el confundido cónyuge no se ha dado cuenta, creo que su señora esposa va al club de tenis a otra cosa, lo cual explicaría por qué agarraba la raqueta del lado ancho de la misma.

Ya se sabe lo que se dice de las tenistas, con esos grititos agudos al devolver una bola y esas minifaldas propias de una Barbie, pero no me esperaba que aquí, donde la influencia del libertinaje nórdico apenas ha permeabilizado la timorata sociedad local, la gente hablara del "modus operandi" de sus parejas con tanta despreocupación. A ver si seguimos así...
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1 comentario:

  1. pues primero despacito, luego rapidito.

    nos vemos en el club o sea.

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