Una mañana en cualquier lugar

De nuevo otro relato, presentado de nuevo a otro concurso, siendo de nuevo dejado de lado en la lucha por la victoria. Pero este es diferente, pues al menos ha sido editado en un libro que circula por ahí, a un exhorbitante precio. El tema era la felicidad, aunque parezca mentira.


Jonás perdió su trabajo. Tantos años sacrificando su vida personal por el bien de la empresa no habían servido de nada. El lacerante dolor que le causaba en las mejillas, el viento en aquella esquina, junto a la oficina de empleo, le hacia recordar que había desperdiciado el tiempo en pos de una lealtad y una entrega inútiles, erradicadas ya de su mente como la mala hierba de un jardín.

Una voz angelical que provenía de su espalda vino a salvarlo del abismo al que encauzaba sus pensamientos. Se llamaba María y su historia bien hubiera podido ser compartida por cualquiera de los que hacían cola junto a ellos.

Olvidado el tiempo y la frustración, compartieron confidencias como sólo dos desconocidos que comparten la misma desgracia pueden hacerlo, y al final de la mañana, con sus documentos en regla y todo el tiempo por delante, intercambiaron teléfonos y promesas de volverse a ver.

Sonriente, cogió el móvil y marcó su número. Jonás perdió su trabajo, pero encontró una nueva vida.
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