Que puta es la guerra

A mi entender, se puede definir como arte todo aquello que inspira un sentimiento en quienes lo contemplan. El arte te abstrae, te rodea y lo haces parte de ti. Y esa cualidad es lo que hace que los videojuegos no sean considerados un arte más como la pintura o el cine.

Pero estoy seguro que quienes hayan jugado a "Operation Flashpoint" no pensarán lo mismo.

Obra de Bohemia Interactive Studios, un grupo de programación checo, el juego nos sumerge en el papel de un soldado americano destacado en unas imaginarias islas del pacífico, durante el período más caliente de la guerra fría. Con una perspectiva en primera persona, tendremos que coger nuestro fusil y recorrer tres inmensas islas para desalojar de ellas a las malvadas fuerzas soviéticas que pretender desencadenar la tercera guerra mundial.

Sus gráficos no tienen la belleza plástica de un "Super Mario World" o un "Final Fantasy", se quedaron desfasados hace unos años aunque aun hoy son decentes, pero tienen la gran virtud de que te sumergen en la acción hasta limites nunca vistos.

Recuerdo una misión que se me ha quedado grabada a fuego en la memoria:

Tras haber limpiado un pequeño pueblo de fuerzas enemigas, me dirigi con mi pelotón al punto de extracción donde nos recogería un helicóptero para llevarnos de vuelta a la base y disfrutar de un merecido descanso. Apenas nos separaban unos metros de nuestro destino, cuando escuché a mi izquierda la aspera voz del sargento advirtiendome de algo. Un helicóptero Hind soviético se acercaba rápidamente a nuestra posición. Escapar se tornaba casi imposible. El helicóptero nos divisó y no nos quedó más remedio que echar a correr en busca de refugio hacia un bosquecillo cercano que se extendía a 200 metros al este de donde nos encontrábamos; no muy lejos, pero lo suficiente como para permitir al Hind realizar un par de pasadas y acabar con la vida del médico de la unidad y del ametrallador.

Junto con el sargento y un par de soldados más, encontramos refugio bajo la espesa capa de ramas que nos brindaban los arboles. Pese a que no podía vernos, el Hind sobrevolaba el bosque una y otra vez. Decidimos movernos rápido porque más temprano que tarde el enemigo enviaria refuerzos, y no me apetecía pasar una temporada en un gulag ruso.

El operador de radio informó de nuestra situación al cuartel general, desde donde nos asignaron un nuevo punto de evacuación a 15 km al noreste de donde nos hallábamos.

Consulté el mapa de campaña, el bosque nos ofreceria protección al menos un par de kilómetros más, pero luego tendríamos que cruzar un llano de aproximadamente 3 km, y el helicóptero no dejaba de buscarnos.

Con mucho sigilo avanzamos entre los troncos, esperando en cualquier momento que tras ellos surgieran como fantasmas, soldados soviéticos con las peores de las intenciones. Finalmente llegamos a la linde del bosque.

Con ayuda de unos prismáticos reconocí el terreno que se extendía ante nosotros. Era prácticamente llano, y apenas dispondriamos de unos pocos arbustos y alguna que otra zanja para ocultarnos. A lo lejos, en la falda de un monte se encontraba nuestro objetivo más cercano, otro bosque en el cual hallar refugio.

Tras varios minutos de tensa espera, en los que aguzamos el oido en busca del sonido de un blindado o del helicoptero que nos habia atacado horas antes, decidimos hacer una pequeña carrera hacia el bosque.

Ya llevabamos gran parte del recorrido hecho, cuando la tierra tembló detras nuestra con la explosión de un proyectil.

- T-72 a las 9 en punto!!- gritó uno de los soldados.

Como la pantera que espera vigilante en lo alto de una rama la llegada de una gacela, el tanque habia estado alli agazapado en busca de una presa. Hice que mis hombres se dispersaran para ofrecer un menor blanco al T72 y corri como alma que lleva el diablo hacia los arboles, mientras a mi espalda, se desataba un mar de fuego y balas. Cuando al fin llegue, apenas podia sentir las piernas del tremendo esfuerzo, eché un vistazo atras. Apenas podia ver nada debido al humo que inundaba la meseta, pero pude distinguir a uno de mis soldados, que habia quedado reducido a una masa sanguinolenta esparcida en mitad de un tremendo crater.

Espere durante unos minutos a mis compañeros. Al ver que no aparecian decidi continuar hasta el punto acordado, si quedaba alguno con vida, con suerte nos volveriamos a ver alli.


Escondiendome de arbol en arbol, consegui recorrer el camino restante hasta el punto de extracción. Ya solo me quedaba esperar el helicóptero de rescate. Me senté contra un arbol y espere. Cerre los ojos, pero no tarde en volver a abrirlos, un vehiculo se acercaba a toda velocidad. De un salto me tumbe entre unos matorrales. Mis peores sospechas se confirmaron cuando, como salido de la nada, un BMP soviético repleto de soldados, paró a no más de 2 metros de donde me encontraba. Se me heló la sangre y deje de sentir los latidos de mi corazón. Contuve la respiración y agarre una granada: venderia cara mi vida. Un grupo de cuatro soldados bajaron del vehículo para explorar el bosque. Durante 15 tensos minutos (tiempo real) estuve alli tumbado, escuchando el ronroneo del motor del BMP y la conversación de los soldados que se habian quedado dentro. Al fin, se dieron por satisfechos y volvieron por donde habian venido.

Estuve un par de horas alli tumbado, con la anilla de la granada entre mis dientes, hasta que me di cuenta de que nadie iba a ir a buscarme, tendria que arreglarmelas por mi mismo puesto que tampoco tenia una radio con la que comunicarme.

Espere a que cayera la noche, tenia suerte y habia luna nueva, la oscuridad era total y seria muy dificil que me detectaran. Eche a correr hacia el este, lejos de la zona de influencia enemiga. No vi un alma durante un buen rato, pero a las 3 horas, divise a lo lejos un grupo de soldados reunidos alrededor de una fogata. No podia distinguir bien los uniformes, pero debia de encontrarme demasiado lejos de las lineas enemigas y el cansancio pudo más que la prudencia.

Me acerque rapidamente, dispuesto a calentarme y a comer algo, cuando escuche el sonido caracteristico de alguien cargando un rifle:

- Halt!!- La fria voz de un ruso era lo último que esperaba encontrarme: me habian capturado.

Al dia siguiente me rescataria la resistencia, pero bueno esa es otra historia.

Cuando terminé esa fase, tuve la sensación de que verdaderamente habia estado allí, pero no como consecuencia de un trastorno bipolar. Era algo más.

Si algún dia todos los juegos son como este, los videojuegos podran ser considerados un arte por derecho propio.
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