Un dia cualquiera III: La venganza

Es curioso la de cosas de las que te das cuenta cuando paseas completamente despierto por cualquier calle. Gracias a los obreros que están reformando un local frente a mi casa (el cual albergara el tercer bar en apenas 10 metros), me encontraba totalmente despejado en el momento que iniciaba el largo camino hacia la facultad.

Como hacia mucho que no actualizaba y las ideas parecían haberme abandonado por alguien que supiera tratarlas mejor (como por ejemplo los directivos de Cuatro tv), decidí fijarme en todos los detalles que encontrar en mi camino con la esperanza de encontrar un tema sobre el cual escribir.

No se por que extraña razón, cuando voy andando suelo mirar a mi derecha (bueno la razón es que todas las chicas guapas suelen ir por la acera contraria a la mía), pero esta vez me dio por mirar al otro lado y cual seria mi sorpresa, cuando vi que a 10 escasos metros de mi casa habían abierto una pescadería (bueno la inauguraron hace más de un mes, en mi descargo diré que mi ventana no da a la calle en la que esta ubicada), esto no seria de destacar, de no ser por que las dos pescaderas que allí trabajan no están nada mal y a causa de esto estuve a punto de tragarme un banco de los muchos que adornan la acera. No solo de la pescaderia desconocía su existencia, descubrí nuevos locales como una inmobiliaria, una oficina de no se que (el letrero esta en finlandés) y un centro de rehabilitacion, regentado por dos rubias finlandesas que bueno... yo estoy por romperme una pierna y que me curen ellas...

Nunca nos damos cuenta de la cantidad de cosas absurdas que hacemos para pasar el tiempo por ejemplo en el tren hasta que pensamos en ello y tengo que confesarlo, hoy me he picado con un niño de, calculo yo, 7 años. El crío estaba sentado frente a mi, obstruyendo mi visión de la puerta que vigilaba en espera del revisor (vale, llegue tarde a la estación y no me dio tiempo de sacar el billete, pero la culpa no es mía, es de la pantera rosa)

En una de estas, mientras intentaba sortear la cabeza del niño, que tendría poca edad, pero cabeza como para llenar globo, veo que este empieza a parpadear asincronamente, esto es,primero el ojo izquierdo y luego el ojo derecho. Lo primero que pensé es que el chocolate que el niño habría tomado para desayunar, no era precisamente cola cao, pero no.

Parpadeó normalmente un par de veces en un gesto de desafío, como diciendome: "¿A que no te atreves a hacerlo?". No me quedo más remedio que recoger el guante, ningún niño de 7 años me desafía y sale impune. Iniciamos así un combate de parpadeos que duró lo que tardé en marearme (10 segundos) y caer sobre los pechos de la chica que estaba sentada a mi lado (bueno esto último no paso pero hubiera estado bien)

El niño, me había ganado. En un acto de venganza, mientras su madre recogía sus bolsas y desnudaba con la mirada a un yupie que pasaba por allí, le comenté al niño que por la noche recibiría la visita del hombre del saco; a lo que el niño me respondió que su padre era picoleto y que al que entrara en su casa le pegaría dos tiros. Estos niños de hoy no tienen respeto ni por la guardia civil.

Entre la ida y la venida, apenas paso mucho. No me tocaron el culo en el autobús (por desgracia) lo que quieras que no, me desanimo un poco. Así que me perdí en la biblioteca hasta que me echaron porque mis ronquidos desconcentraban a la gente que había ido allí a ligar. Fue un día completo si.
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